Por Félix de Sudamérica (*)

(*) Se protege la identidad. Se cambian nombres para evitar represalias.

Crecí dentro de lo que se conocía como “la verdad” ya que mis padres empezaron a estudiar con los testigos de Jehová cuando yo tenía aproximadamente 4 años de edad a finales de la década de los 80’s. Cuando esto sucedía éramos una familia de 6, ya que estábamos 4 hermanos de 8, 6, 4 y 2 años respectivamente (con el tiempo llegamos a ser 8 hermanos aunque uno falleció con dos meses de vida) y recuerdo claramente que nos reuníamos en un salón del reino que se localizaba a unas 20 cuadras de mi casa y puesto que fuimos de condición económica humilde siempre que asistíamos a las reuniones nos íbamos caminando todos juntos. Recuerdo que teníamos que pasar por un barrio muy peligroso y por una avenida bastante transitada para poder llegar a nuestras reuniones, de hecho, nunca faltábamos por mas que cayera una lluvia torrencial o tuviéramos unos asfixiantes 40 centígrados de temperatura en el verano que tengo bastante presente que en este caso, llegábamos a la reunión empapados por la transpiración que generaba el calor, pero siempre estuvimos presentes constantemente en las reuniones. 

Mi madre progresó y se bautizó rápido y muy pronto comenzó a servir como precursora regular cuando tenían un requisito de cumplir con un mínimo de 90 horas de actividad reportada al mes promedio o 1,000 hrs al año, lo que implicaba que mi madre se pasaba bastante tiempo predicando fuera de casa por lo que fueron muchas las ocasiones en las que nos dejaba solos encerrados a mis 3 hermanos y a mí en un espacio de 2 habitaciones, un pasillo y un baño por muchas horas porque tenía que salir a cumplir su compromiso con Jehová. 

Ahora considero que estuvo mal que mi mamá dejara solos a 4 menores de edad encerrados bajo llave, expuestos a muchos peligros y sin poder salir a pedir ayuda, también entiendo pero eso era lo que una persona adoctrinada es llevada a hacer por la organización, por “la urgencia de los tiempos que vivimos”.

Acerca de mi mamá puedo contar que fue por muchos años precursora regular bastante activa en todos los aspectos: comentando, predicando y haciendo estudios bíblicos. Mi familia fue la típica familia de los años 1980s en que la educación y formación de los hijos  la llevaba la madre y la mía siempre tuvo un carácter muy fuerte para defender lo que le parecía justo, fue muy enérgica y apegada a lo que la biblia dice y eso fue lo que en muchas muchas ocasiones la llevo a ser llamada a la sala B del salón del reino para ser reprendida por los ancianos.

Aunque fuimos humildes, mi mamá siempre ayudaba cuando algún miembro de la congregación necesitaba apoyo de cualquier tipo y eso también era motivo para que la llamaran a la sala B, por no respetar el orden de jefatura y no esperar que los ancianos se hicieran cargo. Me acuerdo una vez en la que un hermano estaba pasando por una situación grave y mi mamá se encontraba justamente predicando cerca de la casa de un anciano y se ocurrió ir para a la casa del anciano para hacerle saber la situación, recuerdo que eran aproximadamente las 2 de la tarde cuando llamó a la puerta de su casa y la atendió la esposa del anciano, cuando le pidió hablar con el marido debido a una situación grave de otro hermano, la respuesta de la esposa del anciano fue “venga después hermana, porque mi marido a esta hora duerme la siesta y no quiere que nadie lo moleste”. No creo que los verdaderos pastores que tienen que cuidar del rebaño tengan tal desinterés por sus ovejas, claramente no.

Mi mamá se hizo muy fanática de la organización. Por aquéllos días, el punto de vista de la disciplina mediante correcciones físicas no era mal visto por la organización sino que se consideraba natural y en cierta medida, necesario. Así que era muy común que mi mamá nos pegaba frecuentemente si algún hermano o hermana le decía o que habíamos estado corriendo en el salón o que estábamos afuera del salón a la hora de la reunión o que sin querer empujamos a alguien o si simplemente nos acercábamos a alguno de mis hermanos para decirle algo o nos reíamos durante la reunión, de eso venía que nos pellizcaba la oreja o nos daba un estirón de pelo o nos llevaba al baño del salón a darnos azotes. No importaba si estábamos adelante de amigos, hermanos o quien sea, recuerdo que cuando estudiábamos el libro «historias bíblicas» mi mamá nos sentaba alrededor de la mesa mostrando las manos sobre la mesa y ponía un cinturón a su lado también sobre la mesa, si contestábamos mal o nos reíamos o no prestábamos atención nos pegaba con el cinto en las manos, una locura. 

No puedo decir que la culpa de todo esto fue totalmente de la organización, pero vez tras vez salían artículos en La Atalaya, ¡Despertad! o temas de los discursos de los hermanos que estimulaban a usar la “vara” de la disciplina, que el que no disciplina a su hijo no lo ama, etc… pero ese tipo de cosas eran las que la organización les enseñaba a los padres de aquel entonces. 

En muchas ocasiones los ancianos abusaban de su autoridad, recuerdo que cuando tenía 12 años aproximadamente mi mamá me mandó cortar el pelo de una forma que en ésa época se le llamaba “corte de casquito” o “corte de honguito”, bueno, en la primer reunión que fuimos nuevamente la llevaron a la sala B para decirle que si no me cambiaba el corte de pelo yo podía perder el privilegio de microfonista, porque cortarse así el pelo estaba de moda, según el anciano y que no teníamos que ser parte del mundo adquiriendo las modas del mundo. Aunque a mi mamá no le pareció razonable porque no había pruebas de esa afirmación y como estaba cansada de que la reprendieran vez tras vez, me cortó el pelo a rapé. Yo tampoco estaba de acuerdo con eso, pero tenía 12 años, ¿que podía hacer más que quejarme y enojarme?, ¿qué culpa tenía yo de que los ancianos reprendieran a mi mamá? Bueno, lo más humillante de todo es que una semana después el hijo de este mismo anciano, que tenía mi edad, llegó al salón con el mismo corte de pelo por el que me podían haber quitado los privilegios a mí. Evidentemente el corte de pelo ya no estaba a la moda, porque él si podía usar el dichoso corte. Nada pasó con él ni con su privilegio de microfonista. Es evidente que el anciano abuso de su autoridad. Así pasó en muchas ocasiones. Parece que lo que conté hasta ahora son cosas triviales, pero muestran el grado de control que los ancianos ejercen en la vida privada y desiciones de los hermanos. 

Mi infancia y la de mis hermanos estuvo girando en torno a lo que los testigos denominan “espiritual”: reunirnos, salir a predicar, búsqueda de nuestras amistades (que al ir creciendo en edad una a una fueron expulsados o desasociados) toda nuestra vida giró en torno a la organización. Crecimos escuchando que el fin estaba a la vuelta de la esquina, que ya había girado la esquina, que ya había llegado a la puerta, que ya golpeaba la puerta, siempre el fin estaba por llegar, así que para que íbamos a estudiar seglarmente si ya venía el fin y mi mamá lo creyó.

Mis dos hermanos mayores solo estudiaron la escuela primaria, al terminar mi hermana se hizo precursora regular y mi hermano con 13 años empezó a trabajar para ayudar a la familia. Cuando llegó el tiempo en que yo terminaba la escuela primaria mi mamá ya no estaba tan segura de vivir en tiempos tan urgentes, así que yo fui el primero en estudiar la secundaria (al mismo tiempo mis dos hermanos mayores se propusieron empezar con los estudios de secundaria aunque les costó muchísimo mas esfuerzo para completarlos), con el tiempo mi mamá tuvo 4 hijos mas y a ellos se les dio otra crianza, sin tener que pasar por tantas penas, pero con las mismas presiones por la organización. Podría contar muchísimas cosas que pasaron en la congregación como injusticias y abusos de poder, pero quiero contar una nada mas.

Mi hermano menor siempre fue un testigo de Jehová bastante espiritual en su conducta y forma de ser, lo que lo llevó desde jovencito a participar en asambleas, contar experiencias, hacer demostraciones  y entrevistas por lo que llegó a ser siervo ministerial a la corta edad de los 18 años (cosa extraordinaria, ya que tenías que ser muy ejemplar en un congregación para que te nombren a los 19 años) y siguió asumiendo responsabilidades en la congregación y las cumplía a cabalidad.

Mi hermano llegó a estar a cargo del área de Contabilidad en la congregación y el sabía que en este departamento tenía que ser muy cuidadoso porque cualquier error podía tener consecuencias y malas interpretaciones. Bien, las instrucciones que tenía era que cada 2 meses un anciano distinto tenía que intervenir las cuentas , o sea los ancianos tenían que ir y revisar que todo se llevaba en correcto orden y si había cosas que mejorar, se daba retroalimentación al encargado de forma escrita.

Pasaron los primeros dos meses y ningún anciano le pidió intervenir las cuentas, al llegar a los 4 meses tampoco vinieron a intervenir las cuentas, entonces mi hermano le dijo a un anciano si iban a intervenir las cuentas y el anciano le dijo que si, pero seguía pasando el tiempo y nadie intervenía las cuentas hasta el día que se anunció la llegada de la fecha de la visita del Superintendente de Circuito. 

Un día antes de la visita le pidieron a mi hermano el intervenir las cuentas, mi hermano les dijo que no tenía problema y les entregó carpeta en la que reportaba todo lo relacionado con las cuentas de los últimos seis meses. En el primer día de la visita el Superintendente de Circuito pidió hablar con mi hermano en privado y le dijo que estaba muy bien el trabajo que esta realizando pero que cuando los ancianos le hicieran recomendaciones de cosas para mejorar el tenía que apegarse a eso humildemente. Mi hermano no entendía a que se estaba refiriendo así que le pregunto a que sugerencia se refería y le contestó que no había realizado los cambios que los ancianos le sugirieron por escrito en las tres intervenciones que hicieron (los ancianos no solo mintieron en las fechas de cuando hicieron las intervenciones sino que ademas se atrevieron a hacerle recomendaciones falsas de las cuales mi hermano no se enteró porque no fueron hechas cuando correspondía tratando de culpar a mi hermano por algún error que haya tenido).

Mi hermano le explicó al Superintendente de Circuito que los ancianos le habían pedido intervenir las cuentas el día anterior a su visita y que si las intervenciones se hubiesen hecho cuando debían el hubiera hechos los cambios sugeridos pero ese no fue el caso, el Superintendente de Circuito le dijo que esto se lo iba a decir a los ancianos y le preguntó a mi hermano si tenía algún problema en confrontar a los ancianos sobre las supuestas intervenciones respondiendo mi hermano que no tenía problema alguno, después de unos días el viajante le dijo a mi hermano que había hablado con los ancianos y que éstos le confesaron que no tuvieron tiempo de intervenir las cuentas y que era verdad lo que mi hermano decía, así que no hizo falta que mi hermano fuera confrontado con los ancianos. 

Un mes después de esto, se hizo una reestructuración en la congregación y mi hermano repentinamente pasó de tener muchos privilegios simultáneos como cuentas, programar la predicación, titular de sonido y discursar muy seguido en la plataforma pasó a solo ser microfonista, en ese momento todos nos preguntábamos que era lo que había pasado.

Un día fuimos con mi hermano a comer a la casa de unos amigos y entonces le dijeron que tenían que hablar con él y no sabíamos de que se trataba pero recuerdo muy bien esa charla, dijeron : “vos sabes que nosotros te queremos mucho por eso nos vemos obligados a contarte esto, hace un mes con mi esposa estábamos en la de entrada del salón del reino y escuchamos a dos ancianos (el nos dijo los nombres, casualmente eran los ancianos que figuraban en los informes de intervención a las cuentas no realizados) que estaban hablando sobre que era lo que tenían que hacer con vos, no sabemos por que razón, pero ellos dijeron que tenían que empezar de a poco en poco a sacarte de los privilegios en la congregación para que te empieces a sentir desplazado y solo y después removerte de ministerial, no sabemos porque razón dijeron esto pero nos parece que esta no es la forma de tratar con nadie, si hiciste algo malo te tendrían que llamar y decirte a vos porque te van a sacar los privilegios, no nos parece que sea la manera cristiana de hacer las cosas”. Entonces mi hermano les contó la situación que había pasado con las cuentas cuentas.

Personalmente entendí que no les gustó que mi hermano se defendió ante el mal proceder de los ancianos, el error era de ellos y en vez de reconocer humildemente el error se confabularon para sacar del mapa a la persona que hizo lo que correspondía. ¡Seguramente los ancianos seguían el ejemplo del Señor Jesús! Lamentable.

Le sugerí que hablara con el Superintendente de Circuito ya que éste se encontraba al tanto de la situación y para que llegado el momento, conociera mi hermano el motivo por el cual se sugería su remoción como ministerial. Mi hermano habló con el superintendente y le comentó la charla que tuvieron estos ancianos y de los hermanos que escucharon, el Superintendente le dijo que no creía que los ancianos actuaran de esa manera pero que iba a estar alerta para ver que pasaba en la siguiente visita a la congregación. Aliviado con haber contado la situación al Superintendente mi hermano continuo cumpliendo con las pocas asignaciones que le daban; cada vez era asignado a discursar menos, menos comentarios le daban en las reuniones y más presiones le ponían. Por ejemplo, le llamaron la atención porque los ancianos no lo veían en la predicación los sábados (mi hermano trabajaba conmigo pero salía a predicar muchas tardes entre semana, pero los sábados era imposible salir a predicar ya que la mayoría de nuestros clientes estaban los sábados en sus casas y nos pedían que solamente podían contratarnos en sábados) y casualmente los ancianos salían a predicar al territorio los sábados y los domingos y entre semana brillaban por su ausencia, así puesto que no veían a mi hermano los sábados en la predicación y a pesar de que su informe mensual siempre estuvo por encima los dos dígitos y por mas que les explicó la situación, fueron irrazonables.

De hecho, dos meses antes de la visita del Superintendente, mi hermano tuvo un accidente jugando fútbol, se golpeó la cabeza contra un muro y se fisuró el cráneo y también tuvo un derrame cerebral que le generó perdida temporal de memoria, fotofobia y migrañas, un mes estuvo sin ir a las reuniones, un mes en el cual los ancianos estaban al tanto de la situación (porque mi mamá se encargo de contarles uno por uno a los ancianos lo que sucedió) pero ninguno fue para de visitarlo ni en el hospital ni en casa, tampoco lo llamaron por teléfono o le escribieron una tarjeta o carta de aliento, nunca se interesaron por él. Cuando pudo asistir de nuevo a las reuniones, los dolores de cabeza y la fotofobia hicieron que tuviera salir de la reunión aún antes de terminar. 

Llego la visita del Superintendente de Circuito y los ancianos pidieron la remoción como siervo ministerial de mi hermano. Dos ancianos (los mismos que se confabularon contra él) y el Superintendente se reunieron para decirle que no iba a ser mas siervo ministerial. Mi hermano no entendía el por qué, solamente le explicaron que era por que no tenía “franqueza de expresión”, porque no salía a predicar los sábados y porque no asistía a las reuniones con frecuencia, ¿con qué ejemplo él podía subir a la plataforma y decirle a los hermanos que salieran a predicar y que asistieran a las reuniones si el mismo no lo hacia? Le pedían franqueza de expresión cuando ni ellos eran francos ni podían serlo, ¿con qué franqueza podían ellos decir desde la plataforma que debían ser humildes y reconocer sus errores si ello mismos no lo hacían?, ¿cómo podían hablar de amor hacia los hermanos si ellos no lo demostraban?, ¿cómo podían animar a la congregación a ser justos si ellos no lo eran?, ¿cómo podían decir a los demás que tenemos que ser razonables si ellos no lo eran? Parecía un chiste.

Él les explico otra vez que si no lo veían n el servicio de predicación los sábados era porque trabajaba, pero predicaba entre semana en la tarde y que no pudo asistir regularmente a las reuniones temporalmente fue debido al accidente que ellos mismos sabían, cualquier persona razonable entendería la situación, además de que el Superintendente,  quien se encontraba presente y con ellos, sabía perfectamente que esa no era la verdadera razón del porque se le estaba removiendo. Para sorpresa de mi hermano, el Superintendente apoyó a los ancianos y recomendó la remoción. Al día siguiente, el Superintendente pidió salir a predicar con mi hermano y le explicó que el sabía cual era la verdadera razón por la que los ancianos recomendaron la remoción, que era lo que había pasado en la visita anterior, pero que no se podía poner en contra de los ancianos (personalmente creo que no hizo nada porque no quiso, tenía la autoridad), pero que lo tome como una experiencia, que el día de mañana cuando sea anciano se va a acordar de lo que los ancianos le hicieron y que se iba a reír y, como siempre lo icen, que “dejara las cosas en manos de Jehová”. 

El día del anuncio todos los hermanos (toda la congregación excepto los ancianos) que sabían muy bien lo injusto de la situación se acercaron a mi hermano para decirle que se quede tranquilo, que ellos sabían lo que realmente pasó. Ese acto de amor de los hermanos le dejó la conciencia tranquila de saber que todo lo que pasó fue por hacer lo que era recto a los ojos de Jehová. 

Personalmente me indigne al saber de esto, ¿cómo los ancianos, “pastores amorosos que siempre quieren lo mejor para el rebaño”, podían hacer esas cosas y quedar impunes?, ¿cómo un viajante que tiene la responsabilidad de ver que los ancianos obren correctamente y estando al tanto de la situación no hizo nada para defender al justo, para hacer que la justicia de Jehová prevaleciera, para mostrarle a todos que nadie esta por encima de las normas justas de Dios?,¿cómo podía ocurrir esto en el «pueblo de Dios»? Lo peor de todo fue que cuando otras personas de otras congregaciones se enteraban de que ya no era siervo ministerial y le preguntaban a los ancianos, ellos a unos les decían que fue porque jugaba videojuegos violentos, a otros les decían que porque mi hermano era adicto a la pornografía y que mi hermano había rechazado la “ayuda que le ofrecían”, viles mentiras inventadas por los ancianos, cuando se supone que una remoción se maneja de forma confidencial, vaya amor y apego a los procedimientos de la organización demostraban los ancianos. Esto fue algo que influyó mucho en mi punto de vista con respecto a la organización.