Autor Meleti Vivlon | 02/12/2019 | Traductor Judá Ben-Hur | 11/12/2019

Cuando el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová se equivoca y tiene que hacer una corrección, generalmente se presenta a la comunidad como una “nueva luz” o un “refinamiento en nuestro entendimiento”, siendo esta la excusa que se repite con frecuencia para justificar el cambio y que estos hombres no son inspirados. Que no hay malas intenciones. Que el cambio es en realidad un reflejo de su humildad, reconociendo que son tan imperfectos como el resto de nosotros y solo están tratando de hacer todo lo posible para seguir la dirección del Espíritu Santo.

El propósito de esta serie de artículos es poner a prueba esa creencia. Si bien podemos comprender y hasta justificar a un individuo bien intencionado que trabaja con las mejores intenciones cuando se cometen errores, la situación cambia si descubrimos que ese alguien nos ha estado mintiendo. ¿Qué pasa si el individuo en cuestión sabe que algo es falso y sin embargo continúa enseñándolo? ¿Qué pasa si él hace todo lo posible para sofocar cualquier opinión diferente para cubrir su mentira? En tal caso, podría hacernos caer en el resultado predicho en Apocalipsis 22:15.

Afuera están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras y todo el que ama y practica la mentira”.

No quisiéramos ser culpables de amar y practicar la mentira incluso por asociación ni por omisión, por lo tanto, nos beneficiaría hacer un examen cuidadoso de lo que creemos. La doctrina de los Testigos de Jehová de que Jesús comenzó a reinar invisiblemente desde los cielos en el año de 1914 es un excelente caso de prueba para que la examinemos. Esta doctrina descansa completamente en un cálculo de tiempo que tiene 607 a.E.C. como punto de partida. Supuestamente, los tiempos señalados de los gentiles de los que Jesús habló en Lucas 21:24 comenzaron en ese año y terminaron en octubre de 1914.

En pocas palabras, la doctrina del 607 a.E.C. es una piedra angular en el sistema de creencias de los Testigos de Jehová ya que prácticamente la gran mayoría de su doctrina descansa en el supuesto que en el año 607 a.E.C. la ciudad de Jerusalén fue destruida y los sobrevivientes fueron llevados cautivos a Babilonia. ¿Por qué es tan importante el 607 a.E.C. para la creencia de un Testigo de Jehová?

Sin el año 607 a.E.C.

La presencia invisible de Cristo en 1914 no ocurre.

Los últimos días no empiezan en 1914

No es necesario hacer cálculos de la duración de “ésta generación”.

No hay designación del Cuerpo Gobernante como el “Esclavo Fiel y Discreto” (Mat 24:45-47).

El “importante ministerio de casa en casa” para salvar a millones de personas se convierte en un esfuerzo inútil y las millones de horas utilizadas son un desperdicio.

Dado todo esto, es bastante comprensible que la organización haga un gran esfuerzo para apoyar la supuesta validez de 607 como una fecha histórica comprobable a pesar del hecho de que ninguna investigación arqueológica creíble ni trabajo académico respalde tal posición. Se hace creer a los Testigos de Jehová que toda la investigación arqueológica realizada por académicos expertos está equivocada. ¿Es esta una suposición razonable? La Organización de los Testigos de Jehová tiene un poderoso interés invertido en que 607 se pruebe como la fecha en que el rey Nabucodonosor destruyó Jerusalén. Por otro lado, la comunidad mundial de arqueólogos no tiene interés en demostrar que los Testigos de Jehová están equivocados ya que lo que verdaderamente les preocupa es obtener un análisis preciso de los datos disponibles. Como resultado, todos coinciden en que la fecha de la destrucción de Jerusalén y el exilio judío a Babilonia ocurrió en 586 o 587 a.E.C.

Para contrarrestar este hallazgo, la organización ha realizado una investigación propia que encontraremos en las siguientes fuentes:

Que Venga Tu Reino, Apéndice, Páginas 186-189.

La Atalaya, 01/Oct/2011, Páginas 26-31, ¿Cuándo fue destruída Jerusalén? Parte uno.

La Atalaya, 01/Nov/2011, Páginas 22-28, ¿Cuándo fue destruída Jerusalén? Parte dos.

¿Qué dice La Atalaya?

En la revista La Atalaya del 01/Oct/2011, edición para el público, leemos lo siguiente en la página 29: 

¿por qué aseguran muchos expertos que eso ocurrió en el 587 a.E.C? Ellos se apoyan en dos fuentes de información: las obras de varios historiadores clásicos y el Canon de Tolomeo”.

Esto simplemente no es verdad. Hoy, los investigadores se apoyan literalmente en decenas de miles de documentos neo-babilónicos escritos y conservados en arcilla, exhibidos y resguardados en el Museo Británico y muchos otros museos alrededor del mundo. Estos documentos han sido traducidos minuciosamente por expertos y luego comparados entre sí. Luego se combinaron estos documentos contemporáneos como piezas de rompecabezas para completar una imagen cronológica. El estudio exhaustivo de estos documentos presenta la evidencia más sólida porque los datos provienen de fuentes primarias, personas que vivieron durante la era neo-babilónica. En otras palabras, fueron testigos oculares y presenciales.

Los babilonios fueron bastante meticulosos al momento de registrar las actividades cotidianas y simples de su época, como los matrimonios, las compras, la adquisición de tierras, etc. También fecharon estos documentos según el año real y el nombre del rey actual. En otras palabras, conservaron una impresionante cantidad de recibos comerciales y registros legales, registrando inadvertidamente un rastro cronológico para cada rey en turno durante la era neo-babilónica. Hay tantos de estos documentos cronológicamente explicados que la frecuencia promedio es de uno por cada pocos días, no semanas, meses o años. Entonces, por cada semana, los expertos tienen documentos con el nombre de un rey babilonio inscrito en él, junto con el año numerado de su reinado. Los arqueólogos han explicado toda la era neo-babilónica y consideran esto como evidencia principal. Por lo tanto, la declaración hecha en el artículo de La Atalaya es falsa. Requiere que aceptemos sin ninguna prueba que estos arqueólogos ignoran todas las pruebas que han trabajado tan duro para compilar a favor de “los escritos de los historiadores clásicos y el Canon de Tolomeo”. Además, es sabido que la Sociedad Watchtower tiende a publicar supuestos estudios científicos que literalmente son manipulados para demostrar lo que les es conveniente.

Un argumento de Strawman o Falacia del Hombre de Paja

Una falacia lógica clásica conocida como “Argumento de Strawman” o “Falacia del Hombre de Paja”, consiste en hacer una afirmación falsa sobre lo que dice, cree o hace su oponente. Una vez que su audiencia acepta esta premisa falsa, puede proceder a demolerla y aparecer como el ganador. Este artículo particular de La Atalaya del 01/10/2011 en Español utiliza un gráfico en la página 31 para construir un argumento de este tipo.

 

(Nota del Traductor:

Definición de la “Falacia del Hombre de Paja”: 

Un espantapájaros es un hombre de paja que se pone en los campos para asustar a los pájaros y ahuyentarlos. No es un ser humano de carne y hueso sino algo que se le parece. No es una copia exacta, es solo una caricatura de un ser humano.

En la antigüedad, sin embargo, los hombres de paja o espantapájaros se utilizaban también para entrenar a los soldados en la lucha. Así no se enfrentaba a los soldados a un peligro real, sino a algo menos peligroso y más fácil de derrotar. Es lo que, en el boxeo, es un “sparring”, que es muy útil para entrenar a un boxeador, pero nunca será parecido a un combate real.

De modo similar, lo que ocurre en la falacia del hombre de paja es que en lugar de criticar exactamente lo que ha dicho nuestro oponente, atacamos una versión más simple, deformada o caricaturizada de lo que realmente ha dicho. Esta versión más simple resulta así más fácil de criticar, con lo cual podemos ser más fácilmente ganadores del debate. Ahora bien, nuestra victoria no tiene el mismo mérito que si nos hubiésemos enfrentado al argumento realmente defendido por nuestro contrincante.

Esto ocurre porque a veces no se escucha bien al oponente, o no se interpreta bien lo que dice o, simplemente, porque se le deforma para tener una versión más fácil de derrotar. Ahora bien, más importante que vencer al contrincante es que prevalezca la verdad.

Note que lo importante es que prevalezca la verdad. No lo que convenga a alguno de los contrincantes del debate).

Este “resumen rápido” comienza diciendo algo que es cierto. “Los historiadores seculares suelen decir que Jerusalén fue destruida en 587 a.E.C.” Pero los Testigos de Jehová consideran que cualquier cosa “secular” es altamente sospechosa. Este sesgo juega con su siguiente afirmación que es falsa: la cronología bíblica no indica fuertemente que la destrucción de Jerusalén ocurrió en 607 a.E.C. De hecho, la Biblia no nos da ninguna fecha en absoluto. Solo apunta al año 19 del reinado de Nabucodonosor e indica que el período de servidumbre dura 70 años. Por lo tanto, debemos confiar en la investigación secular para nuestra fecha de inicio, no en la Biblia. (¿No cree usted que si Dios quisiera que hiciéramos un cálculo como lo hicieron los Testigos de Jehová nos hubiera dado una fecha de inicio en su propia palabra y no nos hubiera obligado a recurrir a fuentes seculares?) Como hemos visto, el tiempo período de 70 años no está indiscutiblemente vinculado a la destrucción de Jerusalén. Sin embargo, después de haber sentado sus cimientos, los editores de La Atalaya ahora pueden construir su falacia del hombre de paja.

Ya hemos demostrado que la tercera afirmación no es cierta. Los historiadores seculares no basan principalmente sus conclusiones en los escritos de los historiadores clásicos ni en el canon de Tolomeo, sino en los datos duros adquiridos de miles de tabletas de arcilla desenterradas. Sin embargo, los editores del artículo de La Atalaya esperan que sus lectores acepten esta falsedad al pie de la letra para poder desacreditar los hallazgos de los “historiadores seculares” al afirmar que dan crédito a fuentes poco confiables cuando de hecho confían en la evidencia sólida de miles de tabletas de arcilla.

Por supuesto, todavía queda el hecho de debatir el contenido de las tabletas de arcilla. Pero, observe la forma como la Organización se ve obligada a reconocer esta abundancia de datos duros que establece la fecha precisa de la destrucción de Jerusalén, pero lo descarta todo con una suposición sin fundamento: