https://youtu.be/EAq9OPInKQA

 

Reunión Anual Parte 6 

¿Qué es el Pecado Imperdonable?

Pensé que este video, parte 6, sería el final de nuestra serie de análisis sobre la reunión anual de octubre de 2023 de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, pero tengo que dividirla en dos partes. El vídeo final, la parte 7, se lanzará dentro de poco.

¿Le parece que desde la reunión anual, la Organización está presentando un cara más amable, humana y gentil al público?

Por ejemplo, después de controlar las opciones de aseo e imagen personal de los hombres desde la época de J.F. Rutherford, los testigos de Jehová ahora pueden usar barba. El Cuerpo Gobernante ahora reconoce que nunca hubo ninguna restricción en la Biblia contra el uso de barba por parte de los hombres. ¡Qué maravilla!

Igualmente, se ha eliminado la necesidad de informar mensualmente las horas y publicaciones colocadas en la predicación. Aparentemente, tal requisito va contra a los principios biblicos. Vaya, que rápido corre el carro de Jehová. Solo les tomó unos cien años para darse cuenta de su error.

Probablemente, el cambio más significativo de todos es que incluso una persona expulsada puede llegar a ser salva después de que comience la gran tribulación.

A los testigos de Jehová se les enseña que la gran tribulación comienza con un ataque a la religión falsa por parte de los gobiernos del mundo. Llegaron a enseñar que una vez que comenzara ese evento, será demasiado tarde para que cualquiera que no fuera ya miembro aprobado de la Organización de los Testigos de Jehová pudiera considerarse salvo. Pero ahora, ¡Qué milagro!, incluso si eres una persona expulsada, aún puedes volver a la congregación de los testigos justo a hora para ser salvo.

Eso significa que cuando la evidencia sea incontrovertible de que los testigos de Jehová tuvieron la razón todo el tiempo, que son la única religión verdadera en la tierra, todos los que nos fuimos de la Organización, veremos cuán equivocados fuimos. Esto es somos apóstatas, luego nos arrepentiremos y seremos salvos.

Humm … Muy interesante…

Pero la Biblia no dice eso, ¿verdad? Echemos un vistazo a lo que realmente dice acerca de cómo ser salvo cuando la religión falsa reciba su castigo final.

La Traducción del Nuevo Mundo lo expresa de esta manera:

“Y oí otra voz que venía del cielo y decía: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren ser cómplices de sus pecados y si no quieren recibir parte de sus plagas””. (Apocalipsis 18:4 TNM).

Me gusta la forma en que lo presenta la versión hispana Dios Habla Hoy:

«Oí otra voz del cielo, que decía: «Salgan de esa ciudad, ustedes que son mi pueblo, para que no participen en sus pecados ni los alcancen sus calamidades;…” (Apocalipsis 18:4 DHH).

Observa que Jesús entronizado al dar la visión al Apóstol Juan, no especifica que se debe “salir” de Babilonia para posteriormente “unirse” a otra denominación religiosa, o sea, la de los Testigos de Jehová, para ser salvo.

Bien, aceptemos, por un momento, que la Organización de los Testigos de Jehová tiene razón en su afirmación de que “la evidencia muestra que Babilonia la Grande representa el imperio mundial de la religión falsa…” (w94 4/15 p. 18 pár. 24 en inglés).

Siendo así, cuando Jesús dice “salgan de esa ciudad, ustedes que son mi pueblo”, está llamando a su gente, individuos que actualmente se encuentran entre Babilonia la Grande, siendo Babilonia parte de la religión falsa al mismo tiempo. Los que salen de Babilonia no llegan a ser el pueblo de Jesús, después de una supuesta “salida” o “apartarse” de la religión falsa. Los que salen de Babilonia ya son parte del pueblo de Jesús. ¿Como puede ser? Bueno, ¿no le dijo a la mujer samaritana que ya no se adoraría a Dios de la manera formal que lo hacían los judíos en su templo en Jerusalén, ni tampoco se lo adoraría en el monte santo donde los samaritanos iban a realizar sus prácticas religiosas? No, Jesús dijo que su Padre busca personas que quieran adorarlo en espíritu y en verdad.

Leámoslo una vez más para comprenderlo por completo.

«Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.» Jesús le dijo: «Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. «Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los Judíos. «Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Lo adoren. «Dios es espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad». (Juan 4:20-24 NBL).

¿Ve el problema? Los testigos de Jehová afirman que cuando Jesús se refiere a «mi pueblo», se refiere a los testigos de Jehová. Afirman que no sólo hay que abandonar la religión falsa para ser salvo, sino que también hay que convertirse en testigo de Jehová. Sólo entonces Jesús los llamará “mi pueblo”.

Pero, según lo que Jesús le dijo a la mujer samaritana, la salvación no se trata de pertenecer a una religión sino de adorar al Padre en espíritu y en verdad.

Si una religión enseña falsedades, entonces quienes se unen a ella y la apoyan no están adorando a Dios “en verdad”, ¿no es así?

Si ha estado viendo el contenido de este canal, sabrá que hemos demostrado mediante las sagradas escrituras que todas las enseñanzas exclusivas de los testigos de Jehová son falsas. Lo que es particularmente dañino es su enseñanza de la clase de las “otras ovejas”, que ha creado una esperanza de salvación secundaria, pero falsa. Qué triste es ver a millones de Testigos cada año obedeciendo a los hombres del Cuerpo Gobernante pero desobedeciendo a Jesús al rechazar el cuerpo y la sangre de nuestro Señor, que salvan vidas, simbolizados por el pan y el vino.

Entonces, si usted es un testigo de Jehová que se aferra a esta falsa esperanza, y peor aún, va de puerta en puerta promoviendo esta enseñanza a otros, ¿no está promoviendo la falsedad a sabiendas? ¿Qué dice la Biblia sobre eso?

Leyendo en la Traducción del Nuevo Mundo, Apocalipsis 22:15 dice que fuera del reino de Dios “…están los perros, los que practican el espiritismo, los que son sexualmente inmorales, los asesinos, los idólatras y todos los que aman la mentira y tienen la costumbre de mentir‘”. (Apocalipsis 22:15 TNM)

La Nueva Traducción Viviente traduce ese último pecado como “todos los que se deleitan en vivir una mentira”.

Si usted es un miembro fiel del movimiento de los testigos de Jehová, le resultará difícil aceptar la idea de que la religión que se jacta y auto refiere con superioridad como “La Verdad” pueda considerarse simplemente un miembro más de Babilonia la Grande, pero seamos honestos: según el propio criterio del Cuerpo Gobernante, cualquier religión que enseñe falsedades es parte de Babilonia la Grande.

Entonces, ¿se podría argumentar acerca del Cuerpo Gobernante que “son simplemente hombres imperfectos? Bien, cualquier ser humano puede cometer errores, pero, ¿En qué se diferencia un simple error de un pecado deliberado?

Tal vez usted respondería: “No importa, porque Jehová es Dios misericordioso y perdona toda clase de pecado.” Vale. De acuerdo. Peeeeeero, hay una excepción muy importante.

Hay un pecado que nuestro Dios no perdona. Un pecado que la biblia identifica como pecado imperdonable.

Jesucristo nos habló de esto cuando dijo que “… a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie. A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero”. (Mateo 12:31,32 NVI).

¿Cuál es exactamente el pecado imperdonable?

Una de las respuestas más claras y sencillas a esa pregunta que he encontrado es ésta:

La “blasfemia contra el Espíritu Santo” es una oposición consciente y endurecida a la verdad, “porque el Espíritu es verdad” (1 Juan 5:6). La resistencia consciente y endurecida a la verdad aleja al hombre de la humildad y del arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber perdón. Por eso el pecado de blasfemia contra el Espíritu no puede ser perdonado ya que quien no reconoce su pecado no busca que se le perdone. – Serafim Alexivich Slobodskoy

Dios perdona pronto, pero hay que pedírselo.

He llegado a comprender que pedir disculpas sinceras es casi imposible para algunas personas. Expresiones como: “lo siento”, “me equivoqué”, “pido disculpas” o “por favor, perdóname”, nunca escapan de sus labios.

¿Ha notado eso también?

Hay abundante evidencia empírica de innumerables, y quiero decir, innumerables fuentes, de que las enseñanzas que revirtieron o alteraron en la reunión anual de 2023, sin mencionar los cambios realizados en décadas pasadas, han resultado en daños significativos, dolor real, angustia emocional, y el sufrimiento humano hasta tal extremo que ha resultado en un número horrible de suicidios. Sin embargo, ¿cuál es su respuesta a los millones que les han confiado ciegamente su vida eterna?

Como acabamos de aprender, el pecado contra el espíritu santo se llama pecado imperdonable. Es imperdonable porque cuando una persona no se disculpa, significa que no ve la necesidad de disculparse porque no cree que haya hecho nada malo.

Los miembros del Cuerpo Gobernante frecuentemente expresan su amor por los testigos de Jehová, pero esas son sólo palabras. ¿Cómo puede amar verdaderamente a las personas si sus enseñanzas han causado tanto daño (incluso la muerte) y, sin embargo, se niega a reconocer que ha pecado y, por lo tanto, se niega a pedir perdón a aquellos a quienes ha herido y al Dios al que dice adorar y obedecer?

Hemos escuchado a Jeffrey Winder hablar en nombre del Cuerpo Gobernante diciendo que no tienen necesidad de disculparse por los errores que han cometido en el pasado con respecto a las malas interpretaciones de las Escrituras; interpretaciones erróneas, debo añadir, que con frecuencia han resultado en daños graves, incluso suicidio, a quienes las tomaron como verdad del evangelio. Sin embargo, ese mismo Cuerpo Gobernante enseña que los cristianos tienen una gran responsabilidad de pedir disculpas como parte esencial de ser pacificadores como lo enseñó Jesús. Los siguientes extractos de la revista La Atalaya, todas en idioma inglés, destacan este punto:

Reconoce humildemente tus limitaciones y admite tus errores. (1 Juan 1:8) Después de todo, ¿a quién respetas más? ¿Un jefe que admite cuando se equivoca o uno que no pide disculpas? (w15 11/15 pág. 10 párr. 9)

El orgullo es una barrera; a la persona orgullosa le resulta difícil o imposible disculparse, incluso cuando sabe que se ha equivocado. (w61 6/15 pág. 355)

Entonces, ¿realmente necesitamos disculparnos? Sí. Nos debemos a nosotros mismos y a los demás hacerlo. Una disculpa puede ayudar a aliviar el dolor causado por la imperfección y puede sanar relaciones tensas. Cada disculpa que ofrecemos es una lección de humildad y nos entrena para ser más sensibles a los sentimientos de los demás. Como resultado, nuestros hermanos en la fe, los cónyuges y otras personas nos verán como personas que merecemos su afecto y confianza. (w96 9/15 pág. 24)

Escribir y enseñar instrucciones tan bien razonadas para luego, hacer todo lo contrario, es la definición misma de la hipocresía. Eso es lo que Jesucristo juzgó que eran los fariseos.

Pero, ¿y nosotros, tú y yo? ¿Estamos dispuestos a apoyar la hipocresía? Jesús dijo que la cosecha ha llegado. Clasificó a sus seguidores en dos grupos, comparando a un grupo con la cizaña inútil y a otro con el trigo deseable. ¿Nos consideramos como el trigo del que habló Jesús en la parábola del trigo y la cizaña? (Mateo 13:25-30; 36-43). Ambos se plantan en el mismo campo y crecen juntos hasta la cosecha. Cuando explicó el significado de la parábola, Jesús dijo que los tallos de trigo son esparcidos entre la cizaña hasta que son recogidos por los segadores, los ángeles. La cizaña, sin embargo, se recoge y se agrupa antes de quemarla en el fuego.

Es interesante que la cizaña está agrupada, pero el trigo no. ¿Podría el agrupamiento referirse al hecho de que las malas hierbas o la cizaña se recogen en organizaciones religiosas antes de quemarse? Babilonia la Grande, la gran ramera, es quemada en el fuego (Apocalipsis 18:8).

Esto me hace recuerdar una profecía de los escritos de Jeremías que presagia la naturaleza única y singular de los verdaderos cristianos que surgen de un grupo grande y no aprobado.

“Vuelvan, hijos rebeldes —afirma Jehová—. Porque yo he llegado a ser su verdadero amo; y los tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los traeré a Sion. Y les daré pastores que actúen de acuerdo con mi voluntad, y ellos los alimentarán con conocimiento y entendimiento”. (Jeremías 3:14,15 TNM).

Y luego está lo que el sumo sacerdote Caifás se vio obligado a profetizar refiriéndose a la reunión de los hijos de Dios dispersos.

“… fue guiado a profetizar que Jesús moriría por toda la nación. Y no solo por esa nación, sino que también moriría para congregar y unir a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo”. (Juan 11:51,52 NTV).

Asimismo, Pedro se refiere a la naturaleza dispersa de los cristianos, parecida al trigo:

“Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.” (1 Pedro 1:1 NTV).

En este pasaje de autoría de Pedro, el trigo correspondería al pueblo que Dios está llamando a ser sus escogidos, tal como leemos en Apocalipsis 18:4. Echemos un vistazo más a ese versículo:

“Pueblo mío, salgan de ella. No participen en sus pecados o serán castigados junto con ella”. (Apocalipsis 18:4 NVI).

Si usted se considera trigo, si cree que realmente pertenece a Jesús, entonces la elección que tiene ante si es clara: “Pueblo mío, salgan de ella”, o en el caso individual, “discípulo mío, salgase de ella”.

¿Pero es posible que se preocupe adónde irse? Nadie quiere estar solo, ¿verdad? De hecho, la Biblia nos anima a reunirnos con los hijos de Dios como el cuerpo de Cristo. El propósito de reunirse es edificarse unos a otros en la fe.

“Y debemos pensar en estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y mucho más al ver que ese día se acerca”. (Hebreos 10:24,25 Biblia Literal de Berea).

¡Pero por favor no caigas en la estafa de que esos versículos promueven la idea de la religión! ¿Qué define la religión? ¿No es una forma formalizada de adorar a un dios, cualquier dios, real o imaginario? ¿Y quién define y hace cumplir ese culto formalizado? ¿Quién crea las reglas? ¿No son los líderes de la religión?

Los católicos tienen al Papa, cardenales, obispos y sacerdotes. Los anglicanos tienen al arzobispo de Canterbury. Los mormones tienen la Primera Presidencia compuesta por tres hombres y el Quórum de los Doce Apóstoles. Los testigos de Jehová tienen su Cuerpo Gobernante, que actualmente cuenta con nueve hombres. Podría seguir con más ejemplos, pero capta el punto, ¿verdad? En la religión, siempre tiene a algún hombre interpretando la palabra de Dios para usted.

Si quiere pertenecer a una determinada religión, ¿qué es lo primero que tiene que hacer?

Ante todo, tiene que estar dispuesto a obedecer a sus líderes. Por supuesto, todos esos líderes religiosos hacen la misma afirmación: al obedecerlos, está adorando y obedeciendo a Dios. Pero eso no es cierto, porque si Dios le dice algo a través de su Palabra que difiere de lo que le dicen esos líderes humanos, tiene que elegir entre Dios y los hombres.

¿Es posible que los humanos eviten la trampa de las religiones creadas por el hombre y aun así adoren al Dios Verdadero como su Padre? Si dice “No”, entonces estaría haciendo que Dios sea un mentiroso, porque Jesús nos dijo que su Padre está buscando aquellos que le adoren en espíritu y en verdad. Estos, que están dispersos por el mundo, viviendo en él como residentes extraños, pertenecen sólo a Cristo. No se enorgullecen de pertenecer a una religión. No “les encanta vivir mentira” (Apocalipsis 22:15).

Están de acuerdo con Pablo, quien amonestó a los corintios descarriados diciendo:

“Así que no se jacten de seguir a un líder humano en particular. Pues a ustedes les pertenece todo: ya sea Pablo o Apolos o Pedro, o el mundo, o la vida y la muerte, o el presente y el futuro. Todo les pertenece a ustedes, y ustedes pertenecen a Cristo, y Cristo pertenece a Dios”. (1 Corintios 3:21-23 NTV).

¿Ve algún margen de error en esa declaración de Pablo para que los líderes humanos se inserten? Yo no veo ningún ínfimo margen de error.

Quizás eso suene demasiado bueno para ser verdad. ¿Cómo puede tener a Jesús como su líder sin que haya alguien más ahí, algún ser humano, que le diga qué hacer? ¿Cómo puede usted, un hombre o una mujer común, comprender la palabra de Dios y pertenecer a Jesús sin que alguien superior, más instruido, más educado, le diga qué creer?

Aquí, amigo mío, es donde entra la fe. Hay que dar un salto de fe. Cuando lo haga, recibirás el espíritu santo prometido, y ese espíritu abrirá su mente y su corazón y le guiará a la verdad. Eso no es sólo un dicho o un cliché. Verdaderamente sucede. Esto es lo que el apóstol Juan escribió para advertirnos acerca de aquellos que nos desviarían con doctrinas hechas por el hombre.

“Les escribo estas cosas para advertirles acerca de los que quieren apartarlos del camino. Ustedes han recibido al Espíritu Santo, y él vive dentro de cada uno de ustedes, así que no necesitan que nadie les enseñe lo que es la verdad. Pues el Espíritu les enseña todo lo que necesitan saber, y lo que él enseña es verdad, no mentira. Así que, tal como él les ha enseñado, permanezcan en comunión con Cristo”. (1 Juan 2:26,​​27 NTV).

No puedo probarle sus palabras. Nadie puede probarle sus palabras. Tiene que dar ese acto y salto de fe del que acabamos de hablar. Tiene que confiar antes de tener la evidencia. Y hay que hacerlo con humildad. Cuando Pablo dice que no debemos jactarnos de ningún líder humano en particular, no quiso decir que estuviera bien excluirse. No sólo no nos jactamos de los hombres ni los seguimos, sino que tampoco nos jactamos de nosotros mismos ni nos convertimos en líderes. Seguimos a Dios desinteresadamente al seguir al único líder que él ha designado sobre nosotros, nuestro Señor Jesucristo. Él es el único camino, la verdad y la vida. (Juan 14:6).

Recuerda las palabras de Pablo. Como hijo de Dios, “todo les pertenece, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios”. (1 Corintios 3:22, 23 NTV).

“Que la gracia del Señor Jesucristo esté con el espíritu de ustedes”. (Filipenses 4:23 NTV)