El verdadero mensaje detrás del mandamiento del sábado

En mi video anterior, que fue la parte 1 de esta serie sobre el sábado y la ley mosaica, aprendimos que los Cristianos no están obligados a guardar el sábado como lo hacían los antiguos Israelitas. Somos libres de hacerlo, por supuesto, pero eso sería una decisión personal. Sin embargo, no debemos pensar que al guardarlo estamos cumpliendo un requisito para nuestra salvación.

La salvación no viene porque tratemos de guardar el código de la ley. Si pensamos que sí, y si predicamos a otros que sí, entonces nos estamos condenando a nosotros mismos.

Como Pablo les dijo a los gálatas que también parecían tener este problema de pensar que debían guardar parte de la ley, o toda la ley:

«Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios» (Gálatas 5:4 NTV)

Por lo tanto, los promotores del sábado, como el ex testigo de Jehová Mark Martin, o el liderazgo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, se encuentran en una situación muy delicada al predicar a su rebaño que guardar el sábado es un requisito para la salvación.

Por supuesto, esos hombres también conocen el versículo que acabamos de leer, pero buscan eludirlo al afirmar que guardar el sábado es anterior a la ley. Dicen que fue instituido para los humanos en el momento de la creación, porque Dios descansó el séptimo día y lo llamó santo.

Bueno, la circuncisión también es anterior a la ley, pero dejó de ser requisito y los que la promovieron fueron condenados. ¿Cómo es el sábado diferente? Bueno, no voy a entrar en eso ahora, porque ya lo he hecho. Si no ha visto el primer video para ver por qué el razonamiento de los sabatarios no resiste el escrutinio de las Escrituras, entonces le recomendaría que detuviera este video y usara el enlace de arriba para ver el primer video. También puse un enlace en la descripción de este video, y agregaré un enlace nuevamente al final de este video.

Dicho todo esto, todavía nos quedan un par de preguntas que no fueron respondidas en ese primer video. Por ejemplo, cuando miras los Diez Mandamientos, verás que el sábado está incluido como el cuarto mandamiento. Ahora, un escaneo de los otros nueve revela que todavía son válidos. Por ejemplo, todavía tenemos prohibido adorar ídolos, blasfemar el nombre de Dios, asesinar, robar, mentir y cometer adulterio. Entonces, ¿por qué el sábado debería ser diferente?

Algunos argumentan que los Diez Mandamientos son una ley eterna y, como tal, están separados de los otros cientos de regulaciones bajo el código de leyes de Moisés, pero tal distinción sólo existe en su imaginación. En ninguna parte de las escrituras cristianas Jesús, o los escritores de la Biblia, hacen tal distinción. Cuando hablan de la ley, es de toda la ley de la que hablan.

Lo que esas personas pasan por alto es que, como Cristianos, no estamos sin ley. Todavía estamos bajo la ley. Simplemente no es la ley Mosaica bajo la cual estamos. Esa ley fue reemplazada por una ley superior: los Diez Mandamientos fueron reemplazados por Diez Mandamientos superiores. Esto fue predicho por Jeremías:

«Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días —dice el Señor—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo»  (Jeremías 31:33 NTV)

¿Cómo iba a tomar Jehová Dios un código de leyes escrito en tablas de piedra y de alguna manera inscribir esas leyes en los corazones humanos?

Incluso los expertos en la ley mosaica en el tiempo de Jesús no sabían la respuesta a esa pregunta, lo cual es evidente por este intercambio entre ellos y nuestro Señor Jesús.

«Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó: -De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?- -El más importante es: ‘Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor’- contestó Jesús. -‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’- El segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más importante que estos.- Bien dicho, Maestro —respondió el hombre— Tienes razón al decir que Dios es uno solo y que no hay otro fuera de él. Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.  Al ver Jesús que había respondido con inteligencia, le dijo:

-No estás lejos del reino de Dios.

Y desde entonces nadie se atrevió a hacerle más preguntas. (Marcos 12:28-34 NVI)

¡Amor! Amor a Dios, y amor a los demás. Todo se reduce a eso. Es tan importante que cuando Jesús vio que este fariseo lo tenía, le dijo que «no estaba lejos del reino de Dios». La Ley se resume en dos mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo.

Los Beatles cantaban: «Todo lo que necesitas es amor».

Resulta que tenían razón. Comprender esa verdad acercó a ese fariseo en particular al reino de Dios. Los primeros tres mandamientos de los Diez los guardaremos naturalmente si verdaderamente amamos a Dios.

Los siete restantes, incluido el cuarto, la ley del sábado, serán guardados por cualquier cristiano siguiendo su conciencia motivada por el amor.

La ley que sustituyó a la ley de Moisés es la ley de Cristo, la ley del amor.

Pablo escribió: «Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.» (Gálatas 6:2 NVI)

¿A qué ley se refería? ¿Dónde están escritos estos mandamientos? Comencemos con este:

«Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros»  (Juan 13:34, 35 NTV)

Este es un mandamiento nuevo, lo que significa que no estaba incluido en el código de leyes de Moisés. ¿Cómo es nuevo? ¿No nos está diciendo que nos amemos el uno al otro, y no es eso lo que hacemos naturalmente?

Al hablar de amar a los enemigos en Mateo 5:43-48, Jesús dijo,

«Han oído la ley que dice: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable solo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto.»

Así que no, no es lo mismo. En primer lugar, en cualquier grupo de discípulos, hay aquellos con los que sentirás una afinidad natural, pero otros que solo tolerarás porque son tus hermanos y hermanas espirituales. Pero, ¿hasta dónde llega tu amor por ellos? Jesús no solo nos dice que amemos a todos los miembros de nuestra familia espiritual, sino que nos da un calificador, una forma de medir ese amor. Él dice, que se amen unos a otros «como yo los he amado».

Jesús renunció a todo por nosotros. La Biblia nos dice que tomó la forma de un esclavo. Incluso soportó una muerte dolorosa por nosotros. Entonces, cuando Pablo les dijo a los gálatas que llevaran las cargas los unos de los otros para que podamos cumplir la ley de Cristo, ahora vemos cómo funciona esa ley. No se guía por un código rígido de leyes escritas, porque con cualquier código de leyes escritas, siempre habrá lagunas.

No, lo escribió en nuestro corazón. La ley del amor es una ley basada en principios que puede adaptarse a cualquier situación. No puede haber lagunas.

Entonces, ¿cómo ha reemplazado la ley de Cristo a la ley de Moisés?

Tomemos el sexto mandamiento: «No matarás». Jesús amplió esa declaración:

«Ya oyeron que a sus antepasados se les dijo: ‘No asesines, y todo el que cometa un asesinato tendrá que responder ante el tribunal de justicia’.  Pero yo les digo que tendrá que responder ante el tribunal de justicia todo el que siga furioso con su hermano. Y todo el que insulte con desprecio a su hermano tendrá que responder ante el Tribunal Supremo. Pero todo el que le diga ‘¡Eres un estúpido despreciable!’ se arriesga a acabar en la Gehena de fuego» (Mateo 5:21, 22 TNM)

Así que el asesinato, bajo la ley de Cristo, ya no se limita al acto físico de quitar la vida ilegalmente. Ahora incluye odiar a tu hermano, despreciar a un compañero cristiano, y emitir un juicio condenatorio.

Por cierto, usé la Traducción del Nuevo Mundo aquí, por la ironía. Verás, la definición que le dan a «¡Eres un estúpido despreciable!» Es esta:

«Designa a alguien desprovisto de valía moral, un apóstata que se rebela contra Dios». (La Atalaya del 15 de febrero del 2006, pág. 31, Preguntas de los lectores)

Entonces, si estás tan enojado y desprecias tanto a tu hermano que lo tildas de apóstata, te estás juzgando a ti mismo y condenándote a la segunda muerte en Gehena.

¿No es fascinante cómo el Cuerpo Gobernante ha inducido a los Testigos de Jehová a violar esta ley de Cristo, de hecho, a asesinar a sus hermanos y hermanas al condenarlos con odio como apóstatas, sólo porque tales personas valerosamente defienden la verdad y se oponen a las falsas enseñanzas del Gobierno Gobernante?

Sé que está un poco fuera de tema, pero tenía que decirlo.

Ahora, veamos un ejemplo más de cómo la ley de Cristo supera a la ley de Moisés.

«Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometas adulterio’. Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón» (Mateo 5:27, 28 NVI)

Nuevamente, bajo la ley, solo el acto físico calificaba como adulterio, pero aquí Jesús va más allá de la ley de Moisés.

¿Cómo reemplaza la ley de Cristo a la ley mosaica cuando se trata del sábado? La respuesta a esa pregunta viene en dos partes. Comencemos analizando la dimensión moral de la ley del sábado.

«Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.» (Éxodo 20:8-11 NVI)

Tenga en cuenta que el único requisito era descansar de todo el trabajo durante 24 horas completas. Esta fue una bondad amorosa. Incluso los esclavos no podían ser llamados a servir a sus amos durante el sábado.

Todos los hombres y mujeres tenían tiempo para ellos mismos. Tiempo para relajarse mental, física, emocional, y espiritualmente. Tiempo para la meditación reflexiva. Tiempo libre de obligaciones fastidiosas.

Tenían que guardarlo en un momento específico porque eran una nación. En Canadá, nos tomamos dos días libres del trabajo. Lo llamamos el fin de semana. Todos estamos de acuerdo en hacerlo el sábado y el domingo, porque de lo contrario sería un caos.

El tiempo libre del trabajo es saludable y reparador para el alma. El sábado era una provisión amorosa, pero tenía que hacerse cumplir bajo pena de muerte.

«El Señor le ordenó a Moisés: ‘Diles lo siguiente a los israelitas: Ustedes deberán observar mis sábados. En todas las generaciones venideras, el sábado será una señal entre ustedes y yo, para que sepan que yo, el Señor, los he consagrado para que me sirvan. El sábado será para ustedes un día sagrado. Obsérvenlo. Quien no lo observe será condenado a muerte. Quien haga algún trabajo en sábado será eliminado de su pueblo. Durante seis días se podrá trabajar, pero el día séptimo, el sábado, será de reposo consagrado al Señor. Quien haga algún trabajo en sábado será condenado a muerte. Los israelitas deberán observar el sábado. En todas las generaciones futuras será para ellos un pacto perpetuo, una señal eterna entre ellos y yo. En efecto, en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y el séptimo día descansó» (Éxodo 31:12-17 NVI)

¿Por qué una disposición amorosa tendría que ser aplicada con la pena de muerte? Bueno, sabemos por su historia que los Israelitas eran un pueblo bárbaro, obstinado, y rebelde. No habrían guardado la ley por un sentido de amor por su prójimo.

Pero era importante que guardaran toda la ley, porque la ley, incluidos los Diez Mandamientos, incluido el sábado, cumplían un propósito mayor.

En Gálatas leemos acerca de esto:

«Antes de que se nos abriera el camino de la fe en Cristo, estábamos vigilados por la ley. Nos mantuvo en custodia protectora, por así decirlo, hasta que fuera revelado el camino de la fe. Dicho de otra manera, la ley fue nuestra tutora hasta que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por medio de la fe. Y ahora que ha llegado el camino de la fe, ya no necesitamos que la ley sea nuestra tutora» (Gálatas 3:23-25 ​​NTV)

El camino de la fe ha llegado ahora. Ahora somos salvos, no por la estricta adherencia a un código de ley, un código que ningún pecador podría cumplir en cualquier caso, sino por la fe. El código de leyes preparó a la nación para una ley superior, la ley de Cristo, la ley del amor.

Piénsalo de esta manera. Si un terrateniente Israelita guardaba el sábado para no ser condenado a muerte pero hacía trabajar a sus esclavos hasta los huesos los otros seis días, sería condenado bajo la ley? No, porque guardó la letra de la ley, pero ante Dios no guardó el espíritu de la ley.

No mostró amor al prójimo. Como Cristianos, no tenemos escapatorias porque la ley del amor cubre todas las circunstancias.

Juan nos dice: «Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna» (1 Juan 3:15, 16 NVI)

Por lo tanto, si va a obedecer el principio sobre el cual se basa el día de reposo, debe asegurarse de tratar con justicia a sus empleados y no sobrecargarlos. No necesita una regla que lo obligue a mantener un período estricto de 24 horas.

En cambio, el amor nos moverá a hacer lo que beneficia a los que trabajan para nosotros y, de hecho, también a nosotros mismos, porque si trabajáramos sin parar y sin descansar nunca, perderíamos la alegría y perjudicaríamos nuestra salud.

Esto me recuerda mi vida como testigo de Jehová. Teníamos que asistir a cinco reuniones a la semana, y se esperaba que participáramos en el ministerio de puerta en puerta por las tardes y los fines de semana. Todo esto mientras uno cuida de una familia y mantiene un trabajo de tiempo completo. Nunca teníamos un día de descanso, a menos que lo tomáramos nosotros mismos, y luego nos hacían sentir culpables porque no nos presentábamos en el grupo de servicio del campo, o faltábamos a una reunión.

Autosacrificio, se le llamó, aunque las Escrituras cristianas no hablan de tal autosacrificio. Échale un vistazo. Busque «autosacrificio*» en el programa de la Biblioteca Watchtower, escrito de esta manera con el carácter comodín para captar todas las variaciones.

Encontrará más de mil resultados en las publicaciones de la Watch Tower, pero ni uno solo en la Biblia, ni siquiera en la Traducción del Nuevo Mundo. Servíamos a duros capataces que nos convencieron de que era a Jehová Dios a quien estábamos sirviendo.

Los líderes de la Organización hicieron que Dios fuera un capataz severo.

Encuentro muy revelador que los escritos finales de la Escritura inspirada son los de Juan. ¿Por qué? Porque esos escritos se centran en el amor por encima de todo. Es como si, después de proporcionarnos la totalidad de los tratos de Dios con los humanos, nuestro Padre celestial inspirara a Juan a resumirlo todo al llevarnos a la comprensión final de que realmente se trata de amor.

Y esto nos lleva a la verdad real y maravillosa que se revela en el sábado, el factor que todos los sabatarios pasan por alto, al igual que los pequeños fariseos buenos que prosperan al centrarse en las leyes, reglas y reglamentos para la justificación, y pierden el panorama general de la plenitud, anchura, longitud, altura, y profundidad del amor de Dios.

En la carta a los Hebreos se nos dice:

«La ley es solo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran» (Hebreos 10:1 NVI)

Si «la ley es solo una sombra de los bienes venideros», entonces el sábado, que es parte de esa ley, también debe presagiar los bienes que están por venir, ¿verdad? ¿Cuáles son las cosas buenas que el sábado presagia específicamente?

La respuesta a eso se encuentra en la ley original del sábado.

«Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo» (Éxodo 20:11 NVI)

Como se muestra en el video anterior, estos no son días literales de 24 horas, ni el relato de la creación de Génesis debe tomarse literalmente como un plan de proyecto para la terraformación planetaria. Lo que tenemos aquí es una descripción poética destinada a ayudar a un pueblo primitivo a comprender los elementos del proceso creativo e introducir el concepto de una semana laboral de siete días que termina en un día de descanso.

Ese sábado es el descanso de Dios, pero ¿qué representa verdaderamente?

Jesús nos lleva a la respuesta en un relato en el que nuevamente se enfrentó a la rígida reglamentación farisaica.

«Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Los discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas. Los fariseos dijeron a Jesús:

— ¿No ves que están haciendo algo que no está permitido en sábado?

Jesús les contestó: — ¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando él y sus compañeros se sintieron muy hambrientos? Entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió de los panes de la ofrenda, algo que no estaba permitido comer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a los que lo acompañaban. Y Jesús añadió: — Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado. ¡El Hijo del hombre es Señor también del sábado!» (Marcos 2:23-28 BHTI)

Esas dos últimas afirmaciones tienen tanto significado que me atrevo a decir que se necesitaría un libro entero para explicarlas. Pero solo tenemos unos minutos. Comencemos con la primera declaración: «Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado.»

Los seres humanos no fueron creados para que pudieran guardar el sábado. El sábado fue creado para nuestro beneficio, pero aquí Jesús no se refiere a un solo día de la semana. El día de reposo por el los fariseos estaban renegando era simplemente el símbolo de algo mucho más grande: la sombra de una realidad.

Sin embargo, la tendencia farisaica que padecen muchos humanos rápidamente hace más de un símbolo que de la realidad que representa.

Tome como evidencia de esto, las reglas hechas por los fariseos de hoy en día que componen el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Cuando se trata de la ley de Dios sobre la sangre, le dan más importancia al símbolo que a la cosa que representa. La sangre representa la vida, pero preferirían sacrificar una vida antes de violar su interpretación de la prohibición de comer sangre.

Tomando la declaración de Jesús sobre el sábado a su banda de fariseos y haciendo un simple reemplazo de palabras nos da: «La sangre fue hecha por causa del hombre, no el hombre por la causa de la sangre».

Jehová Dios nunca tuvo la intención de que los humanos murieran por rechazar una transfusión de sangre. No se sacrifica la realidad para salvar el símbolo, ¿verdad?

No tiene sentido.

Asimismo, aquellos antiguos fariseos, pensaban que obedecer la ley en sábado era más importante que aliviar el sufrimiento de un ser humano, ya fuera por hambre o por enfermedad. Recuerde cómo se quejaron las muchas veces que Jesús sanó a los enfermos, y devolvió la vista a los ciegos en sábado.

No entendieron que todo el propósito del sábado era aliviar el sufrimiento. Un día de descanso de nuestras labores.

Pero si Jesús no se estaba refiriendo al día literal de 24 horas cuando dijo que el sábado fue hecho para el hombre, entonces, ¿a qué sábado se estaba refiriendo? La clave está en su siguiente declaración: «El Hijo del hombre es Señor también del sábado».

No está hablando de los días de la semana. O qué, ¿Es Jesús Señor del sábado, pero no de los demás días? ¿Quién es entonces el Señor del lunes, martes, o miércoles?

Recuerde que el sábado simbolizaba el día de descanso del Señor. Ese sábado de Dios aún continúa.

Ahora voy a leer una porción larga de Hebreos que comienza en el capítulo 3 versículo 11, y termina en el capítulo 4 versículo 11. Podría explicar todo esto con mis propias palabras, pero la palabra inspirada aquí es mucho más poderosa y se explica por sí misma.

«Así que en mi enojo juré: ‘Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso’. Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese ‘hoy’, para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. Recuerden lo que dice: ‘Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón como lo hicieron los Israelitas cuando se rebelaron’.  ¿Y quiénes fueron los que se rebelaron contra Dios a pesar de haber oído su voz? ¿No fue acaso el pueblo que salió de Egipto guiado por Moisés? ¿Y quiénes hicieron enojar a Dios durante cuarenta años? ¿Acaso no fueron los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados en el desierto? ¿Y a quiénes hablaba Dios cuando juró que jamás entrarían en su descanso? ¿Acaso no fue a los que lo desobedecieron?  Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad. Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia —del descanso que Dios ha preparado— se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios. Pues solo los que creemos podemos entrar en su descanso. En cuanto a los demás, Dios dijo: ‘En mi enojo juré: Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso’. Si bien ese descanso está preparado desde que él hizo el mundo, sabemos que está preparado debido al pasaje en las Escrituras que menciona el séptimo día: ‘Cuando llegó el séptimo día, Dios descansó de toda su labor’.  Pero en el otro pasaje Dios dijo: ‘Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso’.  Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios.  Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado: ‘Cuando oigan hoy su voz no endurezcan el corazón’.  Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir.  Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios.  Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo.  Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos.» (Hebreos 3:11-4:11 NTV)

Cuando Jehová descansó de su obra creativa, ¿cuál era el estado del mundo? Todo era bueno. Adán y Eva no tenían pecado y estaban a punto de procrear la raza humana.

Todos ellos (la raza humana) fueron establecidos para gobernar sobre toda la creación terrenal, y llenar la tierra con descendencia humana justa. Y más que nada, estaban en paz con Dios.

Eso es lo que significa estar en el reposo de Dios: disfrutar de la paz de Dios, estar en relación con nuestro Padre.

Sin embargo, pecaron y fueron desalojados del jardín del paraíso. Perdieron su herencia y murieron. Entonces, para entrar en el reposo de Dios, debemos pasar de la muerte a la vida. Se nos debe conceder la entrada al descanso de Dios por medio de su gracia basada en nuestra fidelidad. Jesús hace todo esto posible. Él es el Señor del sábado. Es él quien, como Señor, tiene el derecho de juzgarnos y admitirnos en el reposo de Dios. Como dice Hebreos, si confiamos en Dios «tan firmemente como cuando creímos por primera vez, participaremos en todo lo que pertenece a Cristo».

Este descanso está preparado desde que Dios hizo el mundo de la Humanidad. Así que «hagamos nuestro mejor esfuerzo para entrar en ese descanso».

El código de leyes de Moisés era una sombra de las cosas buenas por venir. Una de esas cosas buenas, presagiada por el día de reposo semanal, es la oportunidad de entrar en el día de reposo eterno de Dios. Después de que Dios creó un hogar para nosotros, descansó.

Los seres humanos estuvieron en ese reposo desde el principio y habrían seguido estando en él para siempre mientras obedecieran a su padre celestial. Esto nos lleva de vuelta a la verdad fundamental sobre el amor.

«Amar a Dios significa obedecer sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga difícil de llevar» (1 Juan 5:3 NTV)

«Les escribo para recordarles, queridos amigos, que nos amemos unos a otros. Este mandamiento no es nuevo, sino que lo hemos tenido desde el principio. El amor consiste en hacer lo que Dios nos ha ordenado, y él nos ha ordenado que nos amemos unos a otros, tal como ustedes lo oyeron desde el principio.» (2 Juan 5, 6 NTV)

El mandamiento que teníamos desde el principio era el mandamiento nuevo que Jesús nos dio de amarnos unos a otros como él nos había amado.

El diablo nos separó de Dios diciéndonos que podríamos estar bien sin él. Mira cómo terminó eso. No hemos descansado desde ese día. El descanso de todos nuestros trabajos solo es posible cuando nos volvemos hacia Dios, lo incluimos en nuestra vida, lo amamos, y nos esforzamos por obedecer su ley dada a nosotros por medio de Cristo, una ley que no es una carga. ¿Como puede serlo? ¡Está totalmente basada en el amor!

Así que no escuches a la gente que te dice que para ser salvo, tienes que guardar un día de reposo literal.

Están tratando de encontrar la salvación a través de las obras. Son el equivalente moderno de los judaizantes que plagaron a la congregación del primer siglo con su énfasis en la circuncisión.

No. Somos salvos por la fe, y nuestra obediencia es a la ley superior de Cristo que se basa en el amor.

Gracias por escuchar. Gracias también por continuar apoyando este trabajo.