En un video anterior titulado «¿Debo esperar una manifestación del espíritu santo para ser considerado Hijo de Dios?» me referí a la Trinidad como una falsa doctrina. Hice la afirmación de que si crees en la Trinidad, no estás siendo guiado por el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo no te llevaría a una falsedad. Algunas personas se ofendieron por ello. Les pareció que estaba juzgando sus creencias.

Ahora, antes de continuar, debo aclarar algo. No estaba hablando en términos absolutos. Sólo Jesús puede hablar en términos absolutos. Por ejemplo, él dijo:

“El que no está conmigo, a mí se opone, y el que no trabaja conmigo, en realidad, trabaja en mi contra”. (Mateo 12:30: Nueva Traducción Viviente – NTV).

“Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí”. (Juan 14:6: NTV).

“”Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:13, 14 Traducción del Nuevo Mundo TNM)

Incluso en estos pocos versículos vemos que el camino a la salvación es blanca o negra, a favor o en contra, vida o muerte. No hay grises, no hay punto medio. Estas declaraciones son simples. No hay necesidad de darles interpretaciones. Significan exactamente lo que dicen. Aunque algún hombre pueda ayudarnos a entender algunas cosas, en última instancia, es el espíritu de Dios el que hace el trabajo pesado. Como escribe el apóstol Juan:

“En cuanto a ustedes, la unción que recibieron de El PERMANECE EN USTEDES, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Pero así como SU UNCIÓN LES ENSEÑA ACERCA DE TODAS LAS COSAS, y es verdadera y no mentira, y ASÍ COMO LES HA ENSEÑADO, USTEDES PERMANECEN EN EL.”. (1 Juan 1:27 Nueva Biblia de los Hispanos – NBH).

Este pasaje, escrito por el apóstol Juan a fines del primer siglo, es una de las últimas instrucciones inspiradas dadas a los cristianos. Puede parecer difícil de entender a primera vista, pero mirando más profundamente, puedes percibir exactamente cómo es que la unción que has recibido de Dios te enseña todas las cosas. Esta unción permanece en ti. Eso significa que vive en ti, mora en ti. Así, cuando lees el resto del versículo, ves la conexión entre la unción y Jesucristo, el ungido. Dice que “así como [la unción] [te] ha enseñado, permanece en El [Jesús]. El espíritu mora en ti, y tú moras en Jesús.

Eso significa que no hacemos nada por nuestra propia iniciativa. Razona conmigo al respecto, por favor.

“Por eso Jesús les decía: ‘En verdad les digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.” (Juan 5:19 NBH)

Jesús y el Padre son uno, lo que significa que Jesús permanece o mora en el Padre, por lo que no hace nada por su cuenta, sino solo lo que ve hacer al Padre. ¿Debería ser menos con nosotros? ¿Somos más grandes que Jesús? Por supuesto que no. Por lo tanto, no debemos hacer nada por nuestra cuenta, sino solo lo que vemos hacer Jesús. Jesús permanece en el Padre, y nosotros permanecemos en Jesús.

¿Puedes verlo ahora? Volviendo a 1 Juan 2:​​27, ves que la unción que mora en ti te enseña todas las cosas y te hace permanecer en Jesús, quien es ungido con el mismo espíritu de Dios, tu Padre. Eso significa que, al igual que Jesús con su Padre, no haces nada por tu cuenta, sino solo lo que ves hacer a Jesús. Si él enseña algo, tú lo enseñas. Si él no enseña algo, tú tampoco lo enseñas. No vas a ir más allá de lo que Jesús enseñó.

¿De acuerdo? ¿Tiene sentido? ¿No resuena eso con el espíritu que mora en ti? Seguro que sí.

Bien. ¿Enseñó Jesús la Trinidad? ¿Alguna vez enseñó que él era la segunda persona en un Dios trino? ¿Enseñaba que él era el Dios Todopoderoso? Otros podrían haberlo llamado Dios. Sus opositores lo llamaron muchas cosas, pero ¿Jesús alguna vez se llamó a sí mismo Dios? ¿No es cierto que al único que llamó Dios fue a su Padre, Yahvé?

¿Cómo puede alguien afirmar permanecer o morar en Jesús mientras enseña cosas que Jesús nunca enseñó? Si alguien afirma ser guiado por el espíritu mientras enseña cosas que nuestro Señor ungido por espíritu no enseñó, entonces el espíritu que impulsa a esa persona no es el mismo espíritu que descendió sobre Jesús en forma de paloma, el espíritu santo de Dios.

¿Sugiero que si alguien enseña algo que no es verdad, esa persona está totalmente desprovista de espíritu santo y completamente dominada por un espíritu maligno? Eso sería un enfoque simplista de la situación. Por mi experiencia personal, sé que tal juicio absoluto no puede encajar con los hechos observables. Hay un proceso hacía nuestra salvación.

El apóstol Pablo dijó a los Filipenses: “dedíquense a entender lo que significa ser salvado por Dios”. (Filipenses 2:12: Traducción en Lenguaje Actual – TAL).

El Apóstol Judas nos exhorta también:

“Tengan compasión de los que dudan; a otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado; aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo”. (Judas 1:22, 23: Nueva Versión Internacional – NVI).

Dicho todo esto, recordemos que debemos aprender de nuestros errores, arrepentirnos y crecer. Por ejemplo, cuando Jesús nos instruye para que amemos incluso a nuestros enemigos, incluso a los que nos persiguen, dice que debemos hacerlo para demostrar que somos hijos de nuestro Padre “que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos”. (Mateo 5:45: Traducción del Nuevo Mundo – TNM).

Dios usa su espíritu santo cuando y donde le parece y para el propósito que le complace. No es algo que podamos discernir de antemano, pero vemos los resultados de su acción.

Por ejemplo, cuando Saulo de Tarso (que se convirtió en el apóstol Pablo) estaba en el camino a Damasco para seguir su persecución a los cristianos, el Señor se le apareció diciendo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te estás haciendo daño a ti mismo, como si dieras coces contra el aguijón”. (Hechos 26:14: Dios Habla Hoy – DHH).

Jesús utilizó la metáfora de un aguijón, que era una vara con punta usada en la antigüedad para arriar al ganado. No podemos saber cuáles eran los aguijones en el caso de Pablo. El punto es que el espíritu santo de Dios fue usado de alguna manera para incitar a Pablo, pero él se resistió hasta que finalmente fue cegado por una manifestación milagrosa de nuestro Señor Jesús.

Cuando yo era testigo de Jehová, creía que el espíritu me guiaba y me ayudaba. No creo que estuviera totalmente desprovisto del espíritu de Dios. Estoy seguro de que lo mismo se aplica a innumerables personas de otras religiones que, como yo cuando era testigo de Jehová, creen y practican cosas que son falsas. Dios hace brillar el sol y también hace llover tanto a los justos como a los injustos, como enseñó Jesús en el Sermón del Monte en Mateo 5:45.

“El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda su creación”. (Salmo 145:9: NTV).

Sin embargo, cuando creía en las muchas enseñanzas falsas de los testigos de Jehová, como la creencia de que hay una esperanza de salvación secundaria para los cristianos justos que no son ungidos por el espíritu, sino sólo cuentan como amigos de Dios, ¿me estaba llevando el espíritu a eso? No, por supuesto que no. Tal vez, estaba tratando de guiarme suavemente lejos de eso, pero debido a que cifraba mi confianza en los hombres, resistía su dirección, como si estuviera pateando contra «los aguijones» a mi manera? Si hubiera continuado resistiendo la dirección del espíritu, estoy seguro de que su flujo se habría secado gradualmente para dar paso a otros espíritus, mucho menos saludables, tal como dijo Jesús:

“Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero. Así le pasará también a esta generación malvada”. (Mateo 12:45: NVI).

Por lo tanto, en el video anterior no estaba insinuando que si una persona cree en la Trinidad o en otras enseñanzas falsas como una presencia invisible de Cristo en 1914, está totalmente desprovista del espíritu santo. Lo que decía y sigo diciendo es que si crees que has sido tocado de alguna manera especial por el espíritu santo e inmediatamente empiezas a creer y enseñar doctrinas falsas, tu afirmación de que el espíritu santo te llevó a esa creencia es falsa, porque el espíritu santo no nos conduce a la falsedad, nunca.

Tales declaraciones inevitablemente causarán que la gente se ofenda. Ellos preferirían que dejara de decir tales cosas porque hieren los sentimientos de la gente. Otros me defenderían alegando que todos tenemos derecho a la libertad de expresión.  Francamente, no creo que exista la libertad de expresión, porque la libertad implica que algo no tiene coste ni límite. Pero siempre que se dice algo, se corre el riesgo de ofender a alguien y eso conlleva consecuencias; de ahí el costo. Y el miedo a esas consecuencias hace que muchos limiten lo que dicen, o incluso se queden callados; por lo tanto, limitan su expresión. Así que no hay expresión sin límites y sin costos, al menos desde una perspectiva humana y por lo tanto no existe la pura libertad de expresión. Lo que sí existe es el discurso del amor y el discurso del odio. El discurso del amor es bueno y el discurso del odio es malo. De nuevo existe esa polaridad que nos enseña la Biblia.

Jesus mismo declaró esa polaridad al decir: “Les digo que de todo dicho ocioso que hablen los hombres rendirán cuenta en el Día del Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado”.” (Mateo 12:36, 37 TNM)

El discurso de odio busca dañar al oyente, mientras que el discurso de amor busca aprovecharlo. Ahora bien, cuando digo discurso de amor, no hablo de un discurso que te haga sentir bien o que te halague los oídos, aunque pueda hacerlo. ¿Recuerdas lo que escribió Pablo?

“Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos”. (2 Timoteo 4: 3, 4: NVI).

No, me refiero al discurso que te hace el bien. A menudo, el discurso del amor te hará sentir mal. Te molestará, te ofenderá, te hará enojar.  Esto se debe a que el discurso de amor es realmente un discurso de ágape, de una de las cuatro palabras griegas para el amor, siendo ésta el amor de principios; específicamente, el amor que busca lo que es bueno para su objetivo, para la persona que es amada.

Por lo tanto, lo que dije en el mencionado vídeo tenía la intención de ayudar a la gente. Pero aún así, algunos replicarán: «¿Por qué ofender a la gente cuando realmente no importa lo que creas sobre la naturaleza de Dios? Si tienes razón y los trinitarios están equivocados, ¿qué más da? Todo se solucionará en algún momento».

Bien, buena pregunta.  Permítanme responder preguntando lo siguiente: ¿Nos condena Dios simplemente porque nos equivocamos en algo o porque hemos interpretado mal las Escrituras? ¿Retiene su espíritu santo porque creemos cosas sobre Dios que no son ciertas? Estas no son preguntas que uno pueda responder con un simple «Sí» o «No», porque la respuesta depende de la condición del corazón de cada uno.

Sabemos que Dios no nos condena simplemente porque ignoramos todos los hechos. Sabemos que esto es cierto por lo que el apóstol Pablo dijo al pueblo de Atenas cuando predicaba en el Areópago:

“Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano. Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos”. (Hechos 17: 29-31: NVI).

Esto nos indica que conocer a Dios con precisión es muy importante. Él consideraba que aquellas personas que creían conocer a Dios y adoraban a los ídolos actuaban con maldad, aunque adoraban con ignorancia sobre la naturaleza de Dios. Sin embargo, Yahvé es misericordioso y por eso había pasado por alto esos momentos de ignorancia.  Sin embargo, como muestra el versículo 31, su tolerancia de tal ignorancia tiene un límite, porque hay un juicio venidero sobre el mundo, un juicio que será llevado a cabo por Jesús.

Personalmente, me gusta la forma en que la Traducción de las Buenas Nuevas en inglés interpreta el versículo 30 y les comparto la misma en español:

“Dios ha pasado por alto los tiempos en que la gente no lo conocía, pero ahora les ordena a todos ellos, en todas partes, que se aparten de sus malos caminos”.

Esto demuestra que para adorar a Dios de una manera que él acepte, debemos conocerlo. Pero algunos replicarán: «¿Cómo puede alguien conocer a Dios, ya que está más allá de nuestro entendimiento?». Ese es el tipo de argumento que escucho de los trinitarios para justificar su doctrina. Dirán: «La trinidad puede desafiar la lógica humana, pero ¿quién de nosotros puede entender la verdadera naturaleza de Dios?». No ven la forma en que tal afirmación denigra a nuestro Padre celestial. Él es Dios. ¿No puede explicarse a sus hijos? ¿Está limitado de alguna manera, es incapaz de decirnos lo que necesitamos saber para que podamos amarlo? Ante lo que sus opositores consideraban un enigma irresoluble, Jesús les reprendió diciendo:

“¡Qué equivocados están, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios!”. (Mateo 22:29: Dios Habla Hoy).

¿Debemos creer que Dios todopoderoso no puede hablarnos de sí mismo de una manera que podamos entender?  Él puede y lo ha hecho. Lo hace utilizando el espíritu santo para guiarnos a entender lo que ha revelado a través de sus santos profetas y sobre todo, a través de su Hijo unigénito.

Jesús mismo se refiere al espíritu santo como un ayudante y un guía (Juan 16:13). Pero un guía conduce. Un guía no nos empuja ni nos obliga a ir con él. Nos lleva de la mano y nos conduce, pero si rompemos el contacto -soltamos esa mano que nos guía- y nos dirigimos en una dirección distinta, entonces nos alejaremos de la verdad. Alguien o algo más nos guiará entonces. ¿Pasará Dios por alto eso? Si rechazamos la guía del espíritu santo, ¿pecamos entonces contra el espíritu santo? Eso solo Dios lo sabe.

Yo puedo decir que el espíritu santo me ha guiado a la verdad de que Yahvé, el Padre, y Yeshua, el Hijo, no son ambos Dios Todopoderoso y que no hay tal cosa como un Dios trino. Sin embargo, otro dirá que el mismo espíritu santo lo lleva a creer que el Padre, el Hijo y el espíritu santo son todos parte de una divinidad, una trinidad. Al menos uno de los dos estamos equivocados. La lógica lo dicta. El espíritu no puede llevarnos a dos hechos opuestos y que ambos sean verdaderos. ¿Puede el que tiene la creencia equivocada alegar ignorancia? Ya no, basándonos en lo que Pablo dijo a los griegos en Atenas.

El tiempo de tolerar la ignorancia ha pasado. «Dios ha pasado por alto los tiempos en que la gente no lo conocía, pero ahora les ordena a todos ellos, en todas partes, que se aparten de sus malos caminos». No se puede desobedecer un mandato de Dios sin graves consecuencias.  El día del juicio se acerca.

No es el momento de que nadie se sienta ofendido porque alguien diga que su creencia es falsa. Más bien, este es el momento de examinar nuestra creencia con humildad, razonablemente, y sobre todo, con el espíritu santo actuando como nuestra guía. Llega un momento en que la ignorancia no es una excusa aceptable. La advertencia de Pablo a los tesalonicenses es algo que todo seguidor sincero de Cristo debería considerar muy seriamente.

“Ese malvado será instrumento de Satanás, y vendrá haciendo toda clase de milagros, señales y falsas maravillas. Engañará con toda perversidad a los que van a la perdición por haber dicho «no» a la verdad, y por haberse negado a amarla, lo cual los habría salvado. Dios permite que el poder engañoso les haga creer aquellas mentiras. Y luego los condenará por no haber creído la verdad y por haberse deleitado en la maldad”. (2 Tesalonicenses 2: 9-12: Nueva Biblia Viva).

Observa no son condenados por no tener ni entender la verdad, sino “por haberse negado a amarla”. Esas personas no aman a la verdad, sino aman a la mentira.

Si una persona es guiada por el espíritu a una verdad que antes no conocía, una verdad que requiere que abandone una creencia anterior, quizás una creencia muy apreciada, ¿qué motivará a esa persona a abandonar su creencia anterior (arrepentirse) por lo que ahora se muestra verdadero?  Es el amor a la verdad lo que motivará al creyente a tomar la decisión difícil. Pero si aman la mentira, si están enamorados del «poder engañoso» que los persuade a rechazar la verdad y abrazar la falsedad, habrá serias consecuencias, porque, como dice Pablo, el juicio viene.

Entonces, ¿debemos callarnos o hablar? Algunos piensan que es mejor permanecer en silencio, callarse. No ofender a nadie.  Vivir y dejar vivir. Talvez señalan a Filipenses 3:15, 16 para apoyo:

“Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y, si en algo piensan de forma diferente, Dios les hará ver esto también. En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado”. (Filipenses 3:15, 16 NVI)

Pero si adoptamos ese punto de vista, pasaríamos por alto el contexto de las palabras de Pablo. No está respaldando una actitud displicente hacia el culto, una filosofía de «tú crees lo que quieras, y yo creeré lo que quiera, y todo está bien». Sólo unos pocos versículos antes, él establece las siguientes palabras fuertes:

“Cuídense de esos perros, cuídense de esos que hacen el mal, cuídense de esos que mutilan el cuerpo. Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos. Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más…”. (Filipenses 3:2-4: Nueva Versión Internacional).

«¡Perros, malhechores, mutiladores de la carne!» Lenguaje muy duro y muy directo.  Está claro que la forma aprobada de adoración a Dios no abarca una actitud de que «Tú estás bien, yo estoy bien».  Claro que podemos tener opiniones diferentes sobre puntos que aparentemente no tienen mucha importancia.  La naturaleza de nuestros cuerpos resucitados, por ejemplo. Pero el no saberlo no afecta nuestra adoración y nuestra relación con el Padre celestial. Sin embargo, hay cosas que sí afectan esa relación en gran medida. De hecho, algunas cosas forma la base del juicio venidero.

Dios se ha revelado a nosotros y ya no tolera que le adoremos en la ignorancia. El día del juicio viene sobre toda la tierra.  Si vemos que alguien está actuando en el error y no hacemos nada para corregirlo, entonces aunque sufran las consecuencias, ellos tendrán motivos para acusarnos, porque no les mostrábamos amor al no advertirlos cuando hubo la oportunidad de hacerlo. Es cierto que al hablar, arriesgamos mucho. Jesús dijo:

“No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner en conflicto al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra…”. (Mateo 10:34, 35: NVI).

Este es el entendimiento que me guía. No pretendo ofender. Pero no debemos permitir que el miedo a ofender nos impida decir la verdad tal y como la hemos entendido. Como dice Pablo, llegará un momento en que sabremos quién tiene razón y quién no:

“Su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno”. (1 Corintios 3:13: NVI).

Les agradezco la gentileza de su atención y sus comentarios. Gracias por seguir nuestro canal. Un agradecimiento especial a quienes asisten a nuestras reuniones y a los que apoyan nuestra obra.