https://youtu.be/C4X0Gd4aCvY

Hola a todos. A menudo me preguntan si es correcto que oremos a Jesucristo. Es una pregunta interesante.

Estoy seguro de que un trinitario respondería: «Por supuesto, debemos orar a Jesús.  Después de todo, Jesús es Dios». Dada esa lógica, se deduce que los cristianos también deben orar al Espíritu Santo porque, según un trinitario, el Espíritu Santo es Dios. Me pregunto cómo empezarías una oración al Espíritu Santo. Cuando oramos a Dios, Jesús nos dijo que empezáramos nuestra oración de esta manera: «Padre nuestro que estás en el cielo…» (Mateo 6:9) Así que tenemos una instrucción muy precisa sobre cómo dirigirnos a Dios: «Padre nuestro que estás en el cielo…» No nos dijo nada sobre cómo dirigirnos a él.  ¿»Jesús Dios en el cielo» o quizás «Rey Jesús»?  No, demasiado formal.  ¿Por qué no «Nuestro hermano en el cielo…» Excepto que hermano es demasiado vago. Después de todo, puedes tener muchos hermanos, pero sólo un Padre.  Y si vamos a seguir la lógica trinitaria, ¿cómo orar a la tercera persona de la Divinidad?  Creo que es importante mantener el aspecto familiar de nuestra relación con Dios, ¿no crees? Así que Yahvé es Padre, y Yeshua es Hermano, así que eso haría que el espíritu santo sea… ¿qué? ¿Otro hermano? No. Ya sé… «Nuestro tío en el cielo…»

Sé que estoy hablando de forma ridícula, pero sólo estoy llevando las ramificaciones de la Trinidad a su conclusión lógica. Verás, no soy trinitario.  Gran sorpresa, lo sé. No, me gusta la explicación más sencilla que Dios nos da para ayudarnos a entender nuestra relación con él: la de una relación padre-hijo.  Es algo con lo que todos podemos relacionarnos. No tiene ningún misterio. Pero parece que la religión organizada siempre trata de confundir la cuestión.  O es la Trinidad, o es otra cosa.  Fui criado como un Testigo de Jehová y ellos no enseñan la Trinidad, pero tienen otra forma de confundir la relación padre/hijo que Dios ofrece a todos a través de su Hijo, Jesucristo.

Como testigo de Jehová, me enseñaron desde la infancia que no tenía el privilegio de poder llamarme hijo de Dios.  Lo mejor que podía esperar era ser su amigo. Si permanecía leal a la Organización y me comportaba bien hasta la muerte, y luego resucitaba y seguía siendo leal durante otros 1.000 años, entonces, cuando terminara el reinado milenario de Cristo, entonces y sólo entonces me convertiría en un hijo de Dios, en parte de su familia universal.

Yo ya no lo creo, y sé que muchos de los que escuchan estos vídeos están de acuerdo conmigo. Ahora sabemos que la esperanza que se nos ofrece a los cristianos es la de convertirnos en hijos adoptivos de Dios, de acuerdo con la disposición que nuestro Padre ha hecho mediante el rescate pagado con la muerte de su Hijo unigénito. De este modo, podemos dirigirnos a Dios como nuestro Padre.  Pero, dado el papel fundamental que desempeña Jesús en nuestra salvación, ¿debemos orar también a él?

Jesús nos dice en Mateo 28:18 que «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra». Si es el segundo al mando de todas las cosas, ¿No merece nuestras oraciones?

Algunos dicen: «Sí». Señalarán a Juan 14:14 que, según la Biblia de Jerusalem y muchas otras, dice «Si me pedís algo en mi nombre, lo haré».

Sin embargo, varias ediciones de la venerable Biblia Reina Valera no incluyen el pronombre “me”: «Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

¿Por qué hay varias versiones respetadas de la Biblia en español que no incluyen el pronombre objectivo «me»?

La razón es que no todos los manuscritos bíblicos disponibles lo incluyen. Entonces, ¿cómo decidimos cual manuscrito aceptar como fiel al original?

¿Nos dice Jesús que le pidamos directamente las cosas que necesitamos, o es que nos dice que le pidamos al Padre y entonces él, como agente del Padre -el logos o el verbo- nos proporcionará las cosas que el Padre le indique?

Tenemos que basarnos en la armonía bíblica general para decidir a cual manuscrito aceptar. Para hacerlo, ni siquiera tenemos que salir del libro de Juan. En el siguiente capítulo, Jesús dice: «Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre.» (Juan 15:16 Biblia Católica (Latinoamericana)

Y en el capítulo siguiente nos dice de nuevo: «Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre se lo concederá. (Juan 16:23 BCL)

De hecho, Jesús se quita a sí mismo del proceso de petición. Añade a continuación: “Ese día pedirán en mi nombre. No digo que pediré al Padre de parte de ustedes, ya que el Padre mismo los ama profundamente, porque ustedes me aman a mí y han creído que vine de Dios.” (Juan 16:26, 27 Biblia Nueva Traducción Viviente)

De hecho, dice que no pedirá al Padre de parte de nosotros. El Padre nos ama y por eso podemos hablar con él directamente.

Si se supone que debemos pedir a Jesús directamente, entonces él tendría que hacer una petición al Padre en nuestro nombre, pero él nos dice explícitamente que no hace eso. El catolicismo da un paso más al incluir a los santos en el proceso de petición.  Tú pides a un santo, y el santo pide Dios. Como ves, todo el proceso tiene la intención de distanciarnos de nuestro Padre celestial. ¿Quién quiere arruinar nuestra relación con Dios Padre? Tú sabes quién, ¿no?

Pero qué pasa con aquellos lugares en los que los cristianos son representados hablando directamente a Jesús, incluso haciéndole peticiones. Por ejemplo, Esteban llamó a Jesús directamente cuando estaba siendo apedreado.

La Biblia Católica (Latinoamericana) lo rinde: “Mientras era apedreado, Esteban oraba así: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu.” (Hechos 7:59)

Pero esa no es una traducción exacta. La mayoría de las versiones lo traducen como «llamó» o «invocó». Eso es porque el verbo griego que se muestra aquí—no la intentaré pronunciar (epikaloumenon)—es una palabra común que significa simplemente «llamar» (proseuchomai). Nunca se usa en referencia a la oración, que en griego es una palabra totalmente diferente. De hecho, esa palabra griega para oración no se utiliza en ninguna parte de la Biblia en relación con Jesús.

Pablo no la utiliza cuando dice que suplicó al Señor que le quitara una espina que tenía en la carne.

“Y precisamente para que no me pusiera orgulloso después de tan extraordinarias revelaciones, me fue clavado en la carne un aguijón, verdadero delegado de Satanás, cuyas bofetadas me guardan de todo orgullo. Tres veces rogué al Señor que lo alejara de mí, pero me dijo: ‘Te basta mi gracia, mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad’. Con mucho gusto, pues, me preciaré de mis debilidades, para que me cubra la fuerza de Cristo.” (2 Corintios 12:7-9 Biblia Católica (Latinoamericana))

No escribió: «Tres veces oré al Señor», sino que utilizó una palabra diferente.

¿Se refiere aquí al Señor, a Jesús, o a Jehová? ¿Al Hijo o al Padre? Señor es un título que se utiliza indistintamente entre los dos. Así que no podemos decirlo con seguridad.  Asumiendo que es Jesús, tenemos que preguntarnos si esto fue una visión.  Pablo habló con Jesús en el camino a Damasco, y tuvo otras visiones y revelaciones a las que se refiere en sus escritos. Aquí vemos que el Señor le habló con palabras muy concretas.  No sé tú, pero cuando oro, no oigo una voz del cielo que me dé una respuesta verbal.  Eso sí, no estoy a la altura del apóstol Pablo. Para empezar, Pablo tuvo visiones milagrosas. Podría estar refiriéndose a Jesús en una visión, como la que tuvo Pedro cuando Jesús le habló en el tejado sobre Cornelio. Oye, si Jesús me habla directamente, voy a responderle directamente, por supuesto. Pero, ¿es eso una oración?

Podríamos decir que la oración es una de dos cosas: Es una forma de pedir algo a Dios, pero también es un medio para alabar a Dios.  ¿Pero puedo pedirle algo a alguien? Eso no significa que le esté orando, ¿verdad? Y puedo alabarle a alguien por algo, pero de nuevo, no diría que le estoy orando. Por lo tanto, la oración es más que una conversación en la que hacemos peticiones, buscamos orientación u ofrecemos agradecimiento y alabanza, todas las cosas que podemos hacer de o a un compañero. La oración es el medio por el que nos comunicamos con Dios, el Padre. En concreto, es la forma en que hablamos con Dios.

A mi entender, ese es el quid de la cuestión. Juan revela acerca de Jesús que “pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre han nacido, no de sangre alguna, ni por ley de la carne, ni por voluntad de hombre, sino que han nacido de Dios.” (Juan 1:12, 13 Biblia Católica)

No hemos recibido autoridad para convertirnos en hijos de Jesús. Hemos recibido la autoridad para convertirnos en hijos de Dios.  Por primera vez, los seres humanos han recibido el derecho de llamar a Dios nuestro Padre personal. Qué privilegio ha hecho posible Jesús para nosotros.  Llamar a Dios, Padre. Mi padre biológico se llamaba Donald, y cualquiera en la tierra tenía el derecho de llamarlo por su nombre, pero sólo yo y mi hermana teníamos el derecho de llamarlo Padre, papá. Así que ahora podemos llamar a Dios Todopoderoso, papá, abba Padre. ¿Por qué no íbamos a querer aprovecharlo al máximo?

No estoy en posición de hacer una regla. Debes hacer lo que tu conciencia te dice que hagas. Pero considera esta relación. En una familia, puedes tener muchos hermanos, pero sólo un Padre. Hablarás con tu hermano mayor. ¿Por qué no? Pero las discusiones que tienes con tu padre son diferentes. Son únicas. Porque es tu padre, y sólo hay uno de ellos.

Jesús nunca nos dijo que le oremos a él, sino sólo a su Padre y al nuestro, a su Dios y al nuestro. Jesús nos dio una línea directa con Dios como nuestro Padre personal. ¿Por qué no querríamos aprovechar eso en cada oportunidad?

No me corresponde a mí hacer un regla respecto a si es correcto o no orarle a Jesus. Es una cuestión de conciencia. Si quieres hablar con Jesús como un hermano a otro, eso es cosa tuya. Pero cuando se trata de la oración, parece haber una diferencia difícil de cuantificar pero fácil de ver.  Recuerda que fue Jesús quien nos dijo que oráramos al Padre en el cielo y quien nos enseñó a orar.  Nunca nos dijo que le oremos a él.

Gracias por su atención y por su apoyo a esta obra.