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MI VIDA COMO TESTIGO DE JEHOVÁ

Por: Gian Massimo Bianchi Iacovelli

Colaboración: Judá Ben-Hur

Caracas, Venezuela

Mi entrada a la Organización de los Testigos de Jehová.

Nací en Caracas, Venezuela en septiembre de 1975. A los 12 años me alisté con un grupo de jóvenes de la Iglesia Católica como Monaguillo, además de estudiar en paralelo el primer año de la escuela secundaria. En ese momento sentía una fuerte necesidad espiritual, quizá motivado por la muerte de mi abuelo en 1986, quien fue como mi padre para mí, ya que mi padre biológico nunca se interesó por mí. Tanta era mi dedicación a los servicios religiosos que fui designado Sacristán dos veces consecutivas por el Padre de la Parroquia en la que servía (quien me parecía un tipo liberal, pues fumaba y bebía alcohol, pero aún así, le tuve y le tengo gran admiración y respeto), además de perder mi primer año debido a descuidos en las tareas por entregarme de lleno a la Iglesia.

A comienzos de septiembre de 1990, cuando aún tenía 14 años, fui a comprar a la frutería de un Señor que me preguntó acerca de mis metas, a lo que le comenté con gran pasión que era Monaguillo y que deseaba ser Sacerdote de la Iglesia Católica. Me preguntó si allí me enseñaban que podíamos llegar a vivir para siempre y que podíamos volver a ver a nuestros seres queridos que han muerto… de inmediato pensé en mi abuelito y me emocioné al ver en la Traducción del Nuevo Mundo de la Biblia que era propiedad de el tendero de la frutería que esa era la promesa de Dios para mí, por lo que me ofreció un estudio bíblico. Salí literalmente corriendo a casa a preguntar a mi madre si me daba permiso, al cual aceptó… y de nuevo a correr a la frutería… de ese momento en adelante comencé a estudiar la Biblia con él.

La primera reunión de Congregación a la que asistí fue el domingo 27 de enero de 1991 al discurso público y el estudio de La Atalaya. Recuerdo que la bienvenida fue única (como sucede siempre las primeras veces que algún nuevo asistente se presenta en el Salón del Reino), por lo que deduje que era la religión verdadera.

Creciendo en la “verdad”.

Mi primera asistencia a un Día Especial de Asamblea a comienzos de 1991 me marcó de forma fuerte, ya que conocí uno de los locales de asambleas propios de los Testigos de Jehová. A mediados de ese año, fui aprobado por el Comité de Servicio de la Congregación para ser publicador no bautizado (Congregación “Altavista”, No. 3574 del Circuito 15. Unos meses después cambió a Circuito 44 tras una reestructuración en el país). En septiembre asistí a mi primera Asamblea de Distrito (Distrito 3), llamada “Amadores de la Libertad” en la Plaza de Toros de la ciudad de Valencia (Venezuela) y recuerdo que asistieron más de 30 mil personas. El orden y la amabilidad me convencieron de que ese era el “verdadero pueblo de Dios”. Procuré desde ese entonces no faltar a las reuniones, a pesar de que tenía un empleo muy retirado de mi sector (había suspendido mis estudios profesionales para trabajar) y no fue sino el sábado 5 de junio de 1993 que me bauticé en una Asamblea de Circuito en Cúa, Estado de Miranda, en el mismo local al que fui a mi primer Día Especial de Asamblea.

Mi bautismo en 1993

Tres años después, la Sucursal Venezolana lanzó una invitación mediante el boletín Nuestro Ministerio del Reino de febrero de 1994 a ser Precursor Auxiliar en los meses de marzo y/o abril, a lo que comencé a servir como tal de forma indefinida desde el mismo mes de marzo hasta diciembre de ese año, dedicando unas 50 horas al mes a predicar.

En enero de 1995 comienzo mi Señorío (término que en las Sucursales se les da a la sumatoria de todos los períodos servidos como Ministro de la Orden) como Precursor Regular, dedicando 90 horas por mes a la obra de predicar, aunque años después (enero de 1999) se ajustó a 70 horas mensuales (a los Precursores Auxiliares se les rebajó a 40 horas por mes, aunque a los Preursores Especiales y Misioneros no se les hizo ajustes). 

Cabe aclarar que dicho Señorío no comienza desde que se es Precursor Auxiliar por más que este haya durado, ya que estos son nombrados por el Comité de Servicio de la Congregación local. Los Precursores Regulares, en cambio, eran nombrados por la Oficina del Departamento de Servicio de la Sucursal, dando, ahora sí, comienzo al Señorío. Este sería la suma de años servidos, en caso de suspender por cualquier motivo.

En el mes de julio de ese mismo año fui nombrado Siervo Ministerial en la Congregación y a partir de entonces serví en prácticamente todos los departamentos (Acomodadores, Literatura, Revistas, Cuentas. etc).

En diciembre de 1995 fui invitado a la Escuela del Servicio de Precursor y unos meses después presenté mi primer discurso público en mi propia congregación. A partir de ese momento, comienzo a recorrer algunas Congregaciones de Caracas y parte del Estado de Miranda dando conferencias. Conocí una multitud de hermanos que me fueron marcando en mi progreso dentro de la Congregación. Durante un tiempo de zarandeos fuertes llegué a ser el único Siervo Ministerial, ya que pasamos de 8 a solo 1. Inolvidables momentos y muy duros, debido a problemas de fondo, en los que no estuve involucrado.

Escuela del Servicio de Preucrsor del año 1995

En junio – julio de 1996 comencé un noviazgo con otra Precursora Regular, aunque ya yo la conocía desde que yo era Monaguillo. Ella entró a la Organización de los Testigos de Jehová unos 5 años después que yo. Nos casamos en la Jefatura Civil el viernes 12 de diciembre de 1997 y al día siguiente tuvimos el discurso de bodas en el Salón del Reino.

Durante el tiempo en que serví como Siervo Ministerial presencié muchos problemas internos en la Congregación y ví como familias se derrumbaban debido a adulterios, abusos y otras cosas. Me mantuve alejado de todo ello, aunque no dejaba de afectarme, porque algunos de ellos eran mis amigos y el dejarles de hablar como lo exige la Organización de los Testigos de Jehová fue muy duro para mí. Muchas veces me deprimía y me preguntaba si yo sería el próximo en caer en algún “pecado”, ya que en una oportunidad hicimos una solicitud para servir en la Sucursal del país y, aunque ya estaban aprobadas por el Comité de Servicio y con la firma del Superintendente de Circuito, se nos devolvió debido a que a mi esposa le perturbaba cierta práctica íntima muy común en los matrimonios, pero que en La Atalaya del 15 de julio de 1983 se muestra como algo inapropiado para un cristiano. Desde ese momento sentí de cerca como el Cuerpo Gobernante llega con sus casi infinitas normas a lo más profundo de una relación de pareja que debería ser privada, o sea de dos. Tener en nuestras manos las solicitudes a Betel ya listas para ser enviadas y sin embargo devueltas, fue lo más devastador que habíamos sufrido hasta ese momento.

En febrero de 2001 soy nombrado Superintendente de Congregación o Anciano comenzando una serie de acontecimientos muy fuertes e intensos. En los primeros 6 meses como Anciano, participé en por lo menos 12 comités judiciales, cosa que me hizo pensar que Jehová se había apartado de la Congregación a la que asistía. No dormía estudiando literatura de la Sociedad y recabando datos de los casos judiciales, además de trabajar para mantener a mi familia y ser Precursor Regular. Fue un desafío a todo: a mi estabilidad emocional, a mi salud física, a mi relación de matrimonio, al rendimiento en mi trabajo y más. Durante más de 6 meses (quizá un año) suspendí el servicio de Precursor, pero después lo retomé, suspendiendo el señorío por ese tiempo y retomándolo posteriormente.

Se me utilizaba como miembro del Comité Especial de Circuito. Este Comité atendía los casos de apelaciones judiciales, así como en casos complicados donde se veían involucradas varias congregaciones. El Superintendente de Circuito nombraba a los miembros de cada Comité de Apelación. Recorrí algunas congregaciones dando conferencias públicas, a veces adaptando mis discursos a problemas específicos de cada congregación, por lo que se me llegó a conocer en muchas partes. Presenté discursos en Asambleas de Circuito, Días Especiales de Asambleas y en las Asambleas de Distrito, donde las asistencias eran desde algunos cientos de personas hasta 25,000. En la Congregación serví como Superintendente de la Escuela del Ministerio Teocrático desde que era Siervo Ministerial y lo seguí como Anciano, así que viví los cambios de dicha Reunión al paso de los años. Serví también como Superintendente Secretario, por lo que tuve acceso directo a todas las cartas confidenciales para los Cuerpos de Ancianos emitidas desde los años 70’s hasta entonces, ya que la congregación a la que pertenecí fue una de las primeras fundadas en la ciudad en los 60’s. También era Coordinador de un Grupo de Visita a Pacientes de los Testigos de Jehová (GVP), bajo la dirección del Comité de Enlace con los Hospitales (CEH) local. Los Comités de Enlace con los Hospitales se encargan de asegurar que cualquier Testigo de Jehová o sus hijos que se encuentren hospitalizados no quebrantan el mandato del Cuerpo de Gobernante de “abstenerse de la sangre”.

Discursando

A principios del 2004, mi esposa y yo decidimos ofrecernos a la Orden de Siervos Especiales de Tiempo Completo como Precursores Especiales, a lo que seguimos los canales regulares y, repentinamente, en ese mismo año (noviembre) nos llegó la respuesta: comenzaríamos nuestro servicio especial a partir del 1 de diciembre en una pequeña congregación en la Península de Paraguaná, al norte del Estado de Falcón, en el Circuito 59, como Precursores Especiales y Anciano de la congregación “Tacuato” (No. 355). Era una congregación donde los problemas de ocultamiento y de la “doble vida” eran el pan nuestro de cada día. Tuvimos que hacer una serie de visitas de pastoreo, así como de frecuentes Comités Judiciales, expulsando a miembros a los que no se les había dado seguimiento en su momento. El Superintendente del Circuito No. 59 era un hermano que me conocía desde que yo vivía en Caracas, por lo que trabajamos juntos allá en el Circuito en labores varias y en conjunto con otro Precursor Especial al que se le estaba entrenando para el trabajo de visitar Congregaciones como Superintendente de Circuito. Me tocó reordenar todo el Departamento de la Secretaría de la Congregación en conformidad a los estándares de la Sociedad y replantear un mapa exhaustivo de todos los territorios de la congregación, que abarcaba más de un 20% de la Península: entre los del pueblo así como los de los territorios aislados o rurales. Para ese entonces, los Precursores Especiales y los Misioneros debíamos reportar o informar un mínimo de 120 horas al mes en la predicación, por lo que era duro conciliar esto con el trabajo de pastoreo como Anciano. Recibíamos un módico “Reembolso para Gastos Personales”, por lo que solo comprábamos lo mínimo para el sustento, así como pago de alquiler de la vivienda. Muchas veces comíamos solo granos, pero por suerte nunca tuvimos problemas de salud por ello.

En la Sucursal

Una anécdota que tuve fue durante los primeros meses en el nuevo territorio. La región de la Península se encuentra en una franja atmosférica donde el campo magnético no permite las precipitaciones durante meses, por lo que cuando llueve (una vez al año o cada dos años) se inunda el pueblo y, literalmente, no es posible salir sin vadear en lagunas de fango y con lluvias imparables con descargas eléctricas. Para cuando teníamos pocos meses allí, las tormentas no nos dejaron salir a predicar y, como todo Precursor, las horas son su dolor de cabeza. Escribí a la Sucursal explicando que, debido a las fuertes lluvias en la zona, no nos sería posible alcanzar la meta de 120 horas del mes, además de contagiarme de gripe, por lo que pedíamos una consideración especial para ese mes… en esos tiempos la comunicación oficial solo era mediante cartas enviadas por servicios de encomiendas, por lo que hice todo lo posible por enviarla de manera exprés a la Sucursal. La respuesta nos dejó impactados: la Sucursal no consideraba que las lluvias fueran impedimento para cumplir con la cuota de horas, ya que en Venezuela llueve de forma esporádica y no estamos en un país donde pasa lloviendo hasta un mes entero, por lo que, si no éramos capaces de cumplir, sería mejor regresar a nuestra congregación a servir como Precursores Regulares sin mayores compromisos. ¡Vaya, nos estaban dando una bofetada! Eso me enojó, pero decidí seguir adelante, confiando en que era yo el equivocado. De allí en adelante me quedaba claro que era realmente un esclavo y debía ser obediente sin cambios ni titubeos.

En diciembre de 2005 se nos invitó por segunda vez a la Escuela del Servicio de Precursor, esta vez en la cuidad de Punto Fijo en el Estado de Falcón, ya que el libro de texto “Resplandeciendo como “`luminadores en el mundo´” había sido revisado con relación al que habíamos utilizado en la asistencia a la anterior Escuela y el Cuerpo Gobernante en su carta del Anuario para 2004 hizo público este cambio, así como el ir invitando poco a poco a los que ya la habían cursado. Me parece que actualmente el libro de texto se llama “Efectúa tu Ministerio Plenamente”.

En junio de 2006 fui removido de mis puestos de Anciano y Precursor Especial, ya que infringí las normas de la Sociedad respecto a un asunto de índole personal, así que quedé como cualquier publicador más, como si estuviera recién bautizado. Ello me deprimió, ya que, después de ser uno de los más “utilizados” por los circuitos en los que serví, pasé a ser un “cero a la izquierda” y, literalmente, sin ningún amparo de la sucursal. Gracias a que mi suegra compró una propiedad en el pueblo donde vivíamos, pudimos continuar allí por un tiempo más, por lo que pude realizar diversos trabajos modestos para nuestro sustento. Mi esposa tuvo una pancreatitis aguda en 2008, por lo que las circunstancias nos obligaron a regresar a Caracas en enero de 2009, volviendo a la Congregación Altavista.

Estando allí, debido a la mala recomendación que traía de Tacuato, no se me utilizó durante un breve lapso de tiempo. Luego, poco a poco, comenzaron a utilizarme en cosas sencillas como pasar el micrófono, etc. Ello no me molestaba, ya que nunca serví en las congregaciones por reconocimiento o por un puesto. Puedo decir con la frente en alto, ahora después de años, que fui un testigo que sirvió con sinceridad y de todo corazón, confiando en que hacía lo correcto y estaba en la ”verdad”. Repentinamente, todo esto iba a cambiar.

El fin de mi relación con “la verdad”.

Mi matrimonio no iba nada bien, ya que a mi todavía esposa y a mí nos importaba más el que dirán y el miedo a perderlo todo, tomando en cuenta la experiencia ya mencionada sobre el Servicio de Betel que nos fue denegado. Ya el amor con el que nos casamos no era el mismo, por lo que en secreto acepté una invitación en un correo electrónico para suscribirme a una página electrónica de citas, donde comencé a entablar conversaciones con diferentes personas, entre las que había chicas de otras culturas (por supuesto, no eran Testigos de Jehová o por lo menos nunca supe si alguien también era y estaba en mis mismas condiciones emocionales). Conocí en ese entonces a una chica de la Cuidad de Cumaná, Estado de Sucre, a unas 5 horas de Caracas. Fue creciendo en nosotros una atracción muy fuerte. A finales del año 2010, en diciembre, todo se descubrió, ya que mi esposa descubrió conversaciones que yo olvidé eliminar de mis mensajes de texto SMS y esto me obligó a confesarle todo. Como era de esperarse, ella habló con los ancianos de la Congregación. Como era de esperarse y como consecuencia de la duración de mi “relación telefónica”, así como por el contenido de los mensajes, se me hiciera un Comité Judicial y se me diera una Censura o llamada de atención. En dicho Comité se me exhortó a finalizar aquella “relación telefónica”, con la premisa de que “lo real” era mi matrimonio y lo demás eran solo “fantasías de este mundo”. Sin embargo, yo verdaderamente sentía que estaba realmente enamorado, por lo que no terminé dicha relación y en febrero del 2011 se me expulsó de la congregación con las siguientes palabras del que presidió el segundo Comité: “Por instrucciones del Cuerpo Gobernante, tú tienes que ser expulsado”. Por supuesto, ellos seguían las extensas y detalladas “normas morales” de la Watchtower y debían expulsarme. Aclaro que para aquel momento NUNCA había tenido relaciones sexuales con otra mujer, por lo que mi expulsión se originó por una supuesta “crasa conducta relajada” por no haberme detenido en tener una “relación virtual” con alguien que no fue mi esposa, se me expulsó por un supuesto “adulterio telefónico”. Como lo detalla el procedimiento respectivo, se me concedió el famoso tiempo de 7 días para apelar a la decisión, pero decidí dejar todo así.

En lo personal, no encontraba motivación y ya no veía ningún remedio a nada, incluso a mi ya acabado matrimonio. Al poco tiempo, unas cuantas semanas, mi entonces esposa y yo decidimos separarnos. En la Semana Santa de ese año (2011) viajé a Cumaná para conocer a la chica. Tras llegar, le informé a mi esposa que teníamos “base bíblica” para divorciarnos, a lo que a ella le pareció como un buen final y decidimos comenzar los trámites del divorcio. La Sentencia Firme del Juez Civil tuvo como fecha legal el día 30 de septiembre de 2011.

Algo que me llamó la atención fuertemente fue el gran alivio emocional que sentí tras ser expulsado, me dí cuenta así de la enorme presión psicológica a la que estaba siendo sometido por los Testigos de Jehová. Con mi salida, se acababa la influencia, se acababa la presión de los Ancianos, se terminaba una pesadilla, aunque a todas esas aún creía que debía volver y seguí asistiendo solo por unas cuantas semanas más a las reuniones del Salón del Reino, sentándome atrás y alejado de los demás y sin hablar con nadie como una vil escoria. Para ese momento, según los Testigos de Jehová, eso era yo: una escoria, un vil pecador que no era digno ni de mirar a los ojos a ningún “hermano”.

El despertar del sueño (o de la pesadilla).

Mi viejo amigo.

Desde poco después de bautizarme, entró a la congregación un hermano con el que congeniamos muchísimo y fuimos amigos inseparables. Juntos predicábamos, me acompañaba a las conferencias, reuniones sociales, etc. Sin embargo, él comenzó a darse cuenta de cosas que yo no, tal como la falta de amor, la hipocresía de muchos de sus miembros, la doble vida (creo que por el miedo a las represalias en la congregación), etc. Él no me insistía en que yo saliera de la secta, pero nunca dejábamos de hablar de esos temas.

Sin embargo, apenas él se enteró de mi expulsión, literalmente se sentó conmigo a mostrarme algunas cosas… cosas que me motivaron a yo luego pasar horas de mis madrugadas investigando y alimentando mi intencional insomnio.

Lo primero que me mostró y que supe fue la relación de la masonería y Carlos Taze Russell, así como la pirámide en el cementerio masónico donde está enterrado. Posteriormente supe de la financiación de los Rothschild a Russell, lo que me hizo entender por que un tendero pudo tener tanto dinero para construir las grandes imprentas; las lecturas que este hizo de las pirámides de Egipto; las borracheras del segundo presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, así como sus amoríos prohibidos, sus lujosos automóviles en plena depresión económica; “La Casa de los Príncipes” en California (en Internet hay un video inédito de la construcción de esta casa), etc.; la destrucción de cada presidente de la literatura de su antecesor, así como la fabricación de los “tipos y antitipos” aplicándolos a la organización; la falsa profecía de Frederick W. Franz sobre las fechas de los días creativos llevando a creer a los hermanos que en 1975 vendría el fin y luego atribuyendo esto a ‘una infundada  expectativa que se generó entre los hermanos’; la constante prórroga de “la generación que no morirá” de 1914 y sus insostenibles cambios; el que desde el comienzo se haya introducido simbología masónica e illuminati en la literatura; la relación entre el sufrimiento muy particular de los Testigos de Jehová durante la 2da. Guerra Mundial y al hecho de que el “Juez” Rutherford sostuvo comunicación con Adolf Hitler y la postura cambiante del primero con la situación Judía, haciendo que sufrieran mucho más que el resto de los hermanos (de hecho, el que se les colocara un triángulo púrpura invertido en sus ropas era muy extraño para mí hasta que descubrí todo esto); el que se prohibiera a los hermanos de Malawi el que tuvieran un salvoconducto al Servicio Militar, pero al mismo tiempo se estaba permitiendo en México (aludiendo a que era por la conciencia de los hermanos que ya lo habían comprado, salvando sus espaldas la Sociedad en decir que no era una aprobación tácita, pero que se aceptaba) el que se pagara por una “cartilla” y así no verse en la obligación de servir. Esto me dejó boquiabierto. El que se construyera la nueva Sede Mundial sobre un terreno contaminado de radiactividad; el que se vendiera uno de los edificios de Brooklyn a un hijo del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; las rentas de autos en ese país por parte de la Sociedad; el ocultamiento de parte del Cuerpo Gobernante del abuso a menores en las congregaciones y la actitud de Theodore Jaracz al respecto cuando se le intentó entrevistar en una Asamblea por la periodista Betsan Powis, de la BBC de Londres; el reciente juicio en Australia y las mentiras descaradas que se mencionaban durante las audiencias; el que originalmente se haya editado la Traducción del Nuevo Mundo basándose, entre otros textos, en los de las traducciones de Johanes Greber, quien tras de dejar su sacerdocio católico, escribió un libro en 1932 titulado Comunicación con el Mundo de los Espíritus de Dios, donde detalla su entrada en el espiritismo y describe las verdades y principios de su nuevo entendimiento de la Cristiandad y que le había sido revelado a él a través de su comunicación con los espíritus, ya que, según él, recibió visiones que lo hicieron fundar una Cruz Roja, entre otras cosas después. También escribió una traducción del Nuevo Testamento en 1933, ayudado por su comunicación con el mundo de los espíritus. Fue sobre este libro donde la Sociedad apoyaba su propia traducción de versículos seleccionados, etc.

Todo esto (y quizá mi lista esté incompleta) me hizo, no solo despertar, sino convencerme de que verdaderamente estaba en una secta muy peligrosa, falsaria y manipuladora, siendo conservador y respetuoso al expresar mi opinion personal.

El negocio de los bienes raíces y propiedades por parte de la Sociedad fue un asunto que me afectó después, cuando se completaron cuadros en mi mente que estaban incompletos durante el tiempo en el que manejaba información legal sobre las propiedades y el famoso Programa de Asistencia a los Salones del Reino (PASR). Yo entendía que existía (y aún existe) algo llamado Fondo de la Sociedad para Salones del Reino, cuyo dinero recabado sirve para ello: construir Salones del Reino; es su objeto, lógicamente. Mientras servía en Caracas, yo leí en unas de las cartas a los ancianos que años atrás se había “sugerido” que la tenencia legal de los Salones del Reino fuera traspasada a la Sociedad, a fin de que, siendo esta una “tenedora de bienes”, se pueda tener un amparo legal apropiado para que dicho salón pudiera ingresar al PASR. Por supuesto, pude ver el antiguo Título de Propiedad firmado por varios ancianos de la época (alrededor de los años 1979/1980) y ver el nuevo Título de Propiedad, donde el nuevo “dueño” es ahora “Sociedad de los Testigos de Jehová de Venezuela”. Hasta el momento, me parecía lógico, aunque eso de “tenedora de bienes” me hizo algo de ruido. Posteriormente, mientras servía en la Congregación en el Estado de Falcón, y tras realizar junto a otros hermanos los trámites para la demolición y posterior construcción de un salón nuevo, nos llegó una “Nota Promisoria” o “Pagaré”, donde se pedía hacer una moción a los publicadores bautizados y hacer la promesa (de ahí lo  “promisoria” de la nota) de devolver el total del dinero que la sucursal nos poveyó, aunque en realidad, prestó, para la construcción del Salón del Reino. A todas estas yo entendía que efectivamente, por más que cada uno haya hecho donaciones al fondo mundial durante años, nunca habríamos llegado a recabar, a modo de autogestión, el total del dinero para poder construir, y los fondos totales deberían ser “prestados” por la sucursal y debíamos devolverlo para reponer. Sin embargo, algo me seguía haciendo escándalos en mis adentros, ya que un hermano, con mucha inocencia, me hizo una pregunta: “Hermano Bianchi, si nosotros decidiéramos vender el Salón y este está a nombre de la Sociedad, pero fuimos nosotros quienes devolvimos el dinero a esta, ¿los fondos de la venta se quedarían con nosotros o con la Sociedad?” ¡Buena pregunta!, Pensé… “¡Claro!, el negocio es redondo”. De estos negocios me enteré mucho mejor después de ser expulsado.

En cuanto a los Comités Judiciales… algunas experiencias sobresalientes.

Durante los escasos 5 años que serví como Anciano, participé en más de 25 Comités Judiciales. Esto en nada me enorgullece, pero es de reconocer que muchos ancianos no han, ni tendrán, que pasar (por fortuna para ellos) por una cantidad similar de audiencias en todos sus años en ese puesto.

Recuerdo algunas experiencias donde el dilema entraba en juego, así como de momentos muy dolorosos. Por ejemplo, un comité que formamos decidió expulsar a un hermano y este se mostró, como es lógico, muy afectado, no solo por la decisión, sino que él pensaba que algunos no estaban siendo imparciales con él. El Comité terminó pasado la una de la mañana y tuvimos que pedirle al mismo implicado que nos diera un aventón a cada uno de nosotros a casa. ¿Y si como consecuencia de su molestia se hubiera negado? Él estaba en su derecho. Lo habíamos rechazado de ser un “hermano”. El solo pensar en lo que hubiera pasado al ir solos y caminando cada uno del Comité a nuestras casas, me da escalofríos, dada la distancia y la delincuencia.

En otra ocasión me tocó participar en uno en el que un amigo mío era el implicado (esto no se estila, ya que recomiendan no utilizar a ancianos que sean amigos o parientes de los implicados). En ese Comité, al ver que mi amigo nos pedía que, por favor, lo expulsáramos, ya que eso le daría cabida a sus planes sentimentales, me puse tan triste que me puse a llorar. De verdad que me afectó muy profundamente. Una película pasaba por mi mente de momentos felices con hermanos Testigos de Jehová y, entre ellos, mi amigo. Por eso no debí aceptar estar en ese Comité.

Participé en algunos casos difíciles y dolorosos. Un caso a finales de 2004, a poco por irme a Falcón, fue el de un Anciano de otra Congregación (al que llamaré “Miguel”) que cometió adulterio con la esposa de su mejor amigo, también Anciano de su propia Congregación, quien apeló la decisión del Comité original y fui asignado como parte del Comité de Apelación que revisaría el caso. En este comité no se evalúa solo los procedimientos de los ancianos del primer comité (aunque la Sociedad pide que esto no sea hecho, pero yo consideraba que sí debía hacerse. De hecho, notamos faltas serias en el procedimiento de origen), sino el grado de arrepentimiento del malhechor durante el Comité original, pero se sabe que esto no es del todo posible, por lo que tenemos que basarnos en las declaraciones de los ancianos del Comité primigenio. Nuestro Comité, además de notar faltas serias en la Audiencia Primaria (no se le leyó ningún texto bíblico ya que estos consideraban que era innecesario, ya que “él fue Anciano y sabe”), también reconocimos que él verdaderamente no estaba arrepentido y ratificamos la decisión. Tras darle a conocer nuestra decisión, le leímos pasajes bíblicos motivadores que ayudarán a hacerle recobrar el juicio.

En diciembre del año siguiente, de visita a nuestras familias en Caracas, mientras predicamos en el territorio de una Congregación, a lo lejos veía otro grupo de la Congregación vecina a la que estábamos trabajando y, entre ellos, a un Testigo de Jehová muy familiar para mí… ¡Era Miguel! Fue el momento más feliz del día poder verlo predicar nuevamente (fue readmitido, lógicamente). Apenas hicimos contacto visual, literalmente echamos a correr al encuentro y nos dimos un fuerte abrazo. Lloramos profusamente en ese momento (escribiendo esto también lo hago, lo confieso) y pedimos permiso cada quien en nuestro grupo para ausentarnos y tomarnos un café. Me quería dar las gracias por la manera tan diferente como lo tratamos, con respecto al Comité Original y en particular por unas palabras de amor fraterno que yo le di esa vez, porque esa noche de la apelación ya tenía todo listo para quitarse la vida, ya que traicionó a su mejor amigo, además de lo grave de su proceder anterior. Nuestra consideración y manera en que le tratamos lo salvó de la soga literalmente. Eso me marcó para el resto de la vida.

Como se puede notar, es solo un pequeño resumen de mis últimos 30 años de vida, en el que plasmé tanto los 20 que estuve en la secta, como después, ya que no dejo de sorprenderme al continuar haciendo mis investigaciones personales.

Actualmente no practico ninguna religión, ya que me di cuenta de que todo ello es control mental, manipulación de la Élite para tenernos como una granja: dominados, “alimentados” con chatarra, encaminados hacia sus fines retorcidos.

Pude rehacer mi vida después de luchar con creencias, ideas y rutinas implementadas después de 20 años de estar dentro de una Organización que pomposamente se autodenomina “el pueblo escogido”. Descubrí después de mucho dolor y sufrimiento que hay vida después y más allá de los 5 dedos que se ven del mundo al ser Testigo de Jehová.

Doy mis más sinceros agradecimientos al Creador, primeramente, ya que todo esto fue para mí un paso importante a mi crecimiento como ente espiritual, y a los ex testigos activistas que, con constancia, me ayudaron a abrir mis ojos al engaño; engaño en el que siguen cada vez menos al mismo tiempo en que también van despertando.