Autor: Sopater | 6/02/2016 | Traductor: Judá Ben-Hur | 05/11/2019

En los primeros tres artículos de la serie hemos considerado los aspectos históricos, seculares y científicos de la doctrina de No Sangre de los Testigos de Jehová. Continuamos ahora con los segmentos finales que abordan la perspectiva bíblica. En este artículo examinamos cuidadosamente el primero de los tres versículos fundamentales utilizados para apoyar la doctrina de No Sangre. 

Genesis 9:4 dice:

“Pero carne con su vida, es decir, con su sangre, no comeréis.” (LBLA)

Reconozco que al examinar la perspectiva bíblica implica necesariamente entrar en el ámbito de los léxicos, los diccionarios, los teólogos, los lingüistas y sus comentarios, así como usar la lógica para conectar los puntos. A veces, encontramos puntos en común, y, algunas veces, las vistas son incompatibles. En este artículo, les comparto una perspectiva que tiene apoyo teológico. Sin embargo, reconozco que uno no puede ser dogmático en ningún punto en el que las escrituras en sí mismas no sean claras y enfáticas. Lo que comparto es una fuerte inclinación hacia el camino más lógico que he descubierto entre los caminos disponibles.

Al preparar este artículo, me pareció útil considerar la historia del tercer al sexto día creativo y luego la historia desde la creación de Adán hasta el diluvio. Moisés registró muy poco en los primeros 9 capítulos del Génesis que tratan específicamente sobre animales, sacrificios y carne de animales (aunque el período desde la creación del hombre abarca más de 1600 años). Debemos conectar los pocos puntos disponibles con líneas sólidas de lógica y razonamiento, mirando al ecosistema que nos rodea hoy como soporte del registro inspirado.

El Mundo Antes de Adán

Cuando comencé a recopilar información para este artículo, traté de imaginar la tierra en el momento en que Adán fue creado. El pastor, la hierba, las plantas, los árboles frutales y otros árboles se crearon el tercer día, por lo que se establecieron completamente tal como los vemos hoy. Las criaturas marinas y las criaturas voladoras se crearon en el quinto día creativo, por lo que sus cantidades y toda su variedad abundaban en los océanos y se congregaban en los árboles. Los animales que se movían sobre la tierra fueron creados a principios del sexto día creativo de acuerdo con su tipo (en ubicaciones climáticas variadas), por lo que cuando Adán apareció, estos se habían multiplicado y florecían en variedad en todo el planeta. Básicamente, el mundo cuando se creó el hombre era muy similar a lo que vemos cuando visitamos una preservación natural de la vida silvestre en algún lugar del planeta hoy. 

Toda la creación viviente en tierra y mar (excepto la humanidad) fue diseñada con una vida limitada. El ciclo de vida de nacer o eclosionar, reproducirse y dar a luz o poner huevos, multiplicarse, luego envejecer y morir, era parte del ciclo del ecosistema diseñado. La comunidad de organismos vivos interactuó con el entorno no vivo (por ejemplo, aire, agua, suelo mineral, sol, atmósfera). Realmente era un mundo perfecto. El hombre se maravilló al descubrir el ecosistema que presenciamos hoy:

«Una hoja de hierba “come» la luz del sol a través de la fotosíntesis; una hormiga se llevará y comerá un trozo de la hoja de la hierba; una araña atrapará la hormiga y se la comerá; una mantis religiosa se comerá la araña; una rata se comerá la mantis religiosa; una serpiente se comerá a la rata; una mangosta se comerá a la serpiente y un halcón se abalanzará y se comerá la mangosta». (The Scavengers’ Manifesto 2009 pp. 37-38).

Jehová describió su trabajo como muy bueno después de cada día creativo. Podemos estar seguros de que el ecosistema era parte de su diseño inteligente. No fue resultado de una casualidad aleatoria, ni de la supervivencia del más apto. El planeta estaba preparado para recibir a su inquilino más importante, la humanidad. Dios le dio al hombre dominio sobre toda la creación viviente. (Génesis 1:26-28) Cuando Adán vino a la vida, se despertó en el refugio de vida salvaje más increíble que uno pueda imaginar. El ecosistema global estaba establecido y era próspero.

¿No contradice lo anteriormente descrito a Génesis 1:30, donde  se establece que las criaturas vivientes comieron vegetación para alimentarse? El registro afirma que Dios dio a las criaturas vivientes vegetación para alimento, no que todas las criaturas vivientes realmente comieran vegetación. Ciertamente, muchos comen hierba y vegetación. Pero como el ejemplo anterior ilustra tan vívidamente, muchos no comen directamente la vegetación. Sin embargo, ¿no podemos decir que la vegetación es el origen de la fuente de alimento para todo el reino animal y la humanidad en general? Cuando comemos carne o carne de venado, ¿comemos vegetación? No directamente. ¿Pero no es la hierba y la vegetación la fuente de la carne?

Algunos optan por ver Génesis 1:30 como literal, y sugieren que las cosas eran diferentes en el Jardín del Edén. A estos les pregunto: ¿Cuándo cambiaron las cosas? ¿Qué evidencia secular respalda un cambio en el ecosistema del planeta en cualquier momento durante los últimos 6,000 años o alguna vez? Para armonizar este versículo con el ecosistema que Dios creó requiere que veamos el versículo en un sentido general. Los animales que comen hierba y vegetación se convierten en alimento para aquellos que fueron creados para aprovecharse de ellos y así sucesivamente. En este sentido, se puede decir que todo el reino animal está soportado por la vegetación. Con respecto a los animales que son carnívoros y a la misma vegetación que se ve como su alimento, tenga en cuenta lo siguiente:

“Sin embargo, la evidencia geológica de la existencia de la muerte en tiempos prehistóricos es demasiado poderosa para resistirla y el registro bíblico mismo enumera entre los animales pre-adánicos a la chayyah (Nota del Traductor: chayyah significa literalmente animal salvaje) del campo, que claramente pertenecía a los carnívoros. Quizás lo máximo que se puede concluir con seguridad del lenguaje es «que indica simplemente el hecho general de que el apoyo de todo el reino animal se basa en la vegetación». (Dawson)». (Pulpit Commentary)

Piense en un animal muriendo de vejez en el Jardín de Edén. Piense también en las decenas de miles que mueren fuera del jardín todos los días. ¿Qué pasaría con los cadáveres de los animales muertos? Sin carroñeros para comer y descomponer toda la materia muerta, el planeta pronto se convertiría en un cementerio de animales muertos no comestibles y plantas muertas, cuyos nutrientes se perderían para siempre. No habría ciclo. ¿Podemos imaginar algún otro arreglo que el que observamos hoy en la naturaleza?

Con esto, podemos proceder con la primer conexión de puntos: el ecosistema que vemos hoy ha existido desde antes y durante los días de Adán.

¿Cuándo el Hombre Comenzó a Comer Carne?

El relato de Génesis dice que en el Jardín, al hombre se le dio «cada planta con semillas» y «cada fruto con semillas» para la alimentación. (Génesis 1:29) Es un hecho comprobado que el hombre puede existir (muy bien, podría añadir) con nueces, frutas y vegetales. En que el hombre no necesitaba carne para sobrevivir, me inclino por aceptar la premisa de que el hombre no comió carne antes de la caída en el pecado. En el sentido de que se le había dado dominio sobre los animales (nombrando a los primeros pobladores del Edén), imagino una relación más parecida a una mascota. Dudo que Adam hubiera visto criaturas tan amigables como su cena. Me imagino que se apegó un poco a algunos de estos. También, recordamos su rico menú vegetariano abundante del Jardín del Edén. Resultaría cómico  e ilógico imaginar a Adán acariciando una vaca por primera vez con una imagen de un buen corte de T-bone en el asador en la mente.

Pero cuando el hombre cayó y fue expulsado del jardín, el menú de comida de Adán cambió dramáticamente. Ya no tenía acceso a la exuberante fruta que era como «carne» para él. (compárese con Génesis 1:29 RV) Tampoco tenía la variedad de vegetación del Jardín. Ahora tendría que trabajar duro para producir vegetación de «campo». (Génesis 3:17-19) Inmediatamente después de la caída, Jehová mató a un animal (presumiblemente en presencia de Adán) con un propósito útil, a saber, obtener pieles para ser utilizadas como prendas de vestir. (Génesis 3:21) Al hacerlo, Dios demostró que los animales podían ser sacrificados y utilizados con fines útiles al hombre (prendas de vestir, cubiertas de tiendas, etc.). ¿Parece lógico que Adán matara a un animal, despegara la piel y luego dejara su cadáver para que los carroñeros consuman su carne?

Imagínese usted mismo como Adán. Acaba de perder el menú vegetariano más maravilloso y sabroso jamás imaginado. Todo lo que tiene ahora para comer es lo que puede comer del suelo… terreno que le gusta producir cardos por cierto. Si se topa con un animal que ha muerto, ¿lo pelaría y dejaría el cadáver? Cuando cazaba y mataba a un animal, ¿usaría solo su piel, dejando el cadáver para que los carroñeros se alimentaran? ¿O abordaría ese dolor de hambre que le roía el estómago, tal vez cocinar la carne al fuego o cortar la carne en rodajas finas, para salarla y secarla como cecina para usarla posteriormente?

El hombre habría matado animales por otra razón, a saber, para mantener el dominio sobre ellos. En y alrededor de las aldeas donde residían los humanos, la población animal tenía que ser controlada. ¿Imagínese si el hombre no controlara la población animal durante los 1,600 años que condujeron al diluvio? Imagínese manadas de bestias salvajes depredadoras que asolan manadas y rebaños domesticados, incluso al hombre (compárese con Éxodo 23:29). Con respecto a los animales domesticados, ¿qué haría el hombre con los que usaba para el trabajo y para su leche cuando ya no fueran útiles para este propósito? ¿Esperar a que mueran de vejez?

Ahora procedemos a conectar el segundo grupo de puntos: después de pecar, el hombre comió carne animal.

¿Cuándo el Hombre Ofreció Carne Como Sacrificio por Primera Vez?

No sabemos si Adam crió manadas y rebaños y ofreció animales en sacrificio inmediatamente después de la caída en el pecado. Sabemos que unos 130 años después de la creación de Adán, Abel sacrificó un animal y ofreció parte de este en sacrificio (Génesis 4: 4). El relato nos dice que Abel mató a sus primogénitos, el más gordo de su rebaño. Él cortó las «piezas grasosas» que eran los cortes más selectos. Estos recortes de elección fueron ofrecidos a Jehová. Para ayudarnos a conectar los puntos, se deben contestar tres preguntas:

  1. ¿Por qué Abel criaba ovejas? ¿Por qué no fue un agricultor como su hermano?
  1. ¿Por qué Abel eligió lo más gordo de su rebaño para matarlo en sacrificio?
  1. ¿Como Abel sabía que debía separar las “partes grasas”?

Solo hay una respuesta lógica a lo anterior. Abel tenía la costumbre de comer carne de animal. Criaba rebaños para obtener su lana y como estaban limpios, podían usarse como alimento y sacrificio. No sabemos si este fue el primer sacrificio ofrecido. No importa, Abel eligió el más maduro y obeso de sus rebaños, porque eran los que tenían «partes grasas». Él eliminó las «partes grasas» porque sabía que éstas eran las más selectas y de mejor sabor. ¿Cómo sabía Abel que estos eran los más selectos? Solo alguien familiarizado con comer carne lo sabría. De lo contrario, ¿por qué no ofrecer un cordero magro, flaco y más joven a Jehová?

Jehová dió su aprobación a las «partes grasas». Vió que Abel estaba renunciando a algo especial, a lo más selecto, para darlo a su Dios. Ahora de eso se trata el sacrificio. ¿Abel consumió el resto de la carne del cordero ofrecida en sacrificio? En el sentido de que solo ofreció las partes grasas (no el animal completo), la lógica sugiere que comió el resto de la carne, en lugar de dejarla en el suelo para alimentar a los carroñeros.

Ahora procedemos con la tercer serie de puntos conectados: Abel fijó el patrón para que los animales fueran muertos y usados como sacrificio a Jehová.

La Ley de Noé, ¿Algo Nuevo?

Cazar y criar animales para alimentación, obtener sus pieles y para el sacrificio formaba parte de la vida cotidiana durante los siglos que transcurrieron desde Abel hasta el diluvio. Este fue el mundo en el que Noé y sus tres hijos nacieron. Podemos deducir lógicamente que durante estos siglos, el hombre había aprendido a coexistir con la vida animal (tanto domesticada como salvaje) en relativa armonía dentro del ecosistema. Luego llegaron los días justo antes del diluvio, con la influencia de los ángeles demoníacos que se materializaron en la tierra, lo que perturbó el equilibrio de las cosas. Los hombres se volvieron feroces, violentos, incluso bárbaros, capaces de comer carne animal (incluso carne humana) mientras el animal aún respiraba. Los animales también pueden haberse vuelto más feroces en este entorno. Para tener una idea de cómo Noé habría entendido el mandato de Dios, debemos visualizar esta escena en nuestras mentes.

Examinemos ahora Génesis 9:2-4:

“Y el temor y el terror de vosotros estarán sobre todos los animales de la tierra, y sobre todas las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y tiene vida os será para alimento: todo os lo doy como os di la hierba verde. Pero carne con su vida, es decir, con su sangre, no comeréis.”  (LBLA).

En el versículo 2, Jehová dijo que el miedo y el temor caerán sobre todos los animales, y que todas las criaturas vivientes serán entregadas en manos del hombre. Espere ¿no fueron los animales entregados a la mano del hombre desde la caída en el pecado? Si. Sin embargo, si nuestra presunción de que Adán era vegetariano antes de la caída es correcta, el dominio que Dios le dio al hombre sobre las criaturas vivientes no incluyó cazarlos y matarlos por comida. Cuando conectamos puntos, después de la caída, el hombre cazaba y mataba animales para comer. Pero cazar y matar no fue oficialmente sancionado hasta este día. Sin embargo, con el permiso oficial vino una condición bastante especial y particular (como veremos). En cuanto a los animales, especialmente aquellos animales salvajes de caza que generalmente buscaban comida, estarían en la agenda del hombre para cazarlos, lo que aumentaría su miedo y temor por él.

En el versículo 3, Jehová dice que todo lo que viva y se mueva será alimento (esto no es nada nuevo para Noé y sus hijos) PERO…. ÚNICAMENTE…..

En el versículo 4, el hombre recibe una condición que es totalmente nueva. Durante más de 1.600 años, los hombres han cazado, matado, sacrificado y comido carne de animales. Pero nunca se estipuló nada con respecto a la forma en que se debía matar al animal. Adán, Abel, Seth y todos los que los siguieron no tenían instrucciones para drenar la sangre del animal antes de usarlo en sacrificio y/o comerlo. Si bien pueden haber elegido hacerlo, también podrían haber estrangulado al animal, darle un golpe en la cabeza, ahogarlo o dejarlo atrapado para morir solo. Todo lo cual causaría más sufrimiento al animal y dejaría sangre en su carne. Entonces, el nuevo ordenamiento o mandato describió el único método aceptable para el hombre al quitarle la vida a un animal. Era un método humano ya que el animal era sacado de su situación de la manera más rápida y con menos sufrimiento posible. Por lo general, cuando sangra, un animal pierde el conocimiento en uno o dos minutos.

Recuerde que inmediatamente antes de que Jehová pronunciara estas palabras, Noé acababa de sacar a los animales del arca y había construido un altar. Luego ofreció algunos de los animales limpios como un sacrificio quemado. (Génesis 8:20) Es importante tener en cuenta que no se menciona nada con respecto a que Noé los mató, sangró o incluso quitó sus pieles (como se prescribió más tarde en la ley). Pueden haber sido ofrecidos enteros mientras aún estaban vivos. Si esto es así, imagina la agonía y el sufrimiento que experimentaron los animales al ser quemados vivos. Si es así, el mandato de Jehová también abordó esto.

El relato de Génesis 8:20 confirma que Noé (y ​​sus antepasados) no veían la sangre como algo sagrado. Noé ahora entendió que cuando el hombre le quita la vida a un animal, drenar su sangre para acelerar la muerte era el método exclusivo aprobado por Jehová. Esto se aplicaba a los animales domésticos y a los animales salvajes cazados. Esto se aplicaba si el animal se usaría en sacrificio o como alimento, o en ambos. Esto también incluiría sacrificios quemados (como los que Noé acababa de ofrecer) para que no sufrieran una agonía en el fuego.

Esto, por supuesto, allanó el camino para que la sangre de un animal (cuya vida fue tomada por el hombre) se convirtiera en una sustancia sagrada utilizada junto con los sacrificios. La sangre representaría la vida dentro de la carne, por lo que cuando se drenó confirmó que el animal estaba muerto (no podía sentir dolor). Pero no fue hasta la Pascua, siglos después, que la sangre llegó a ser vista como una sustancia sagrada. Dicho esto, no habría habido ningún problema con Noé y sus hijos comiendo la sangre en la carne de animales que habían muerto por su propia cuenta o fueron asesinados por otro animal. Como el hombre no sería responsable de su muerte y su carne no tenía vida, el mandato no se aplicó (compárese con Deuteronomio 14:21). Además, algunos teólogos sugieren que Noé y sus hijos podrían haber usado la sangre (escurrida del animal sacrificado) como alimento, como morcilla, pudín de sangre, etc. Cuando consideramos el propósito del mandato (acelerar la muerte del animal de una manera humana y digna), una vez que la sangre se drena de su carne viva y el animal ha fallecido, ¿no se ha cumplido completamente el mandato? Usar la sangre para cualquier propósito (ya sea utilitario o para alimentos) después de cumplir con el comando parecería permisible, ya que queda fuera del alcance del mandato.

¿Una Prohibición o Provisión Condicional?

En resumen, Génesis 9:4 es una de las tres rutas de textos en los que se apoya la doctrina de No Sangre de los Testigos de Jehová. Después de un examen minucioso, vemos que la orden no es una prohibición general de comer sangre, como la doctrina de los Testigos de Jehová pretende explicar, ya que según la ley de Noé, el hombre podría comer la sangre de un animal que no fue responsable de matar. Entonces, la orden es una regulación o condición impuesta al hombre solo cuando causó la muerte de una criatura viviente. No importaba si el animal se iba a usar en sacrificio, para comida o para ambos. La condición se aplicaba solo cuando el hombre era responsable de quitarle la vida, es decir, cuando la criatura viviente moría.

Intentemos ahora aplicar la ley de Noé para recibir una transfusión de sangre. No hay ningún animal involucrado. Nada es perseguido. Nada es asesinado. El donante es un ser humano, no un animal, que no sufre ningún daño. El receptor no está comiendo la sangre y la sangre bien puede preservar la vida del receptor. Entonces preguntamos: ¿Cómo se conecta esto remotamente con Génesis 9:4?

Además, recuerde que Jesús dijo que dar la vida para salvar la vida de su amigo es el mayor acto de amor. (Juan 15:13) En el caso de un donante, no está obligado a dar su vida. El donante no sufre ningún daño. ¿No honramos a Jehová, el amante de la vida, haciendo tal sacrificio por la vida de otro? Recordemos lo expresado en la Parte 3: con aquellos que son judíos (que son ultrasensibles con respecto al uso de la sangre), si una transfusión se considera médicamente necesaria, no solo se considera permisible, sino obligatoria.    

En la parte final examinaremos las dos rutas de textos de apoyo  restantes para la Doctrina Sin Sangre de los Testigos de Jehová, Levítico 17:14 y Hechos 15:29.