En este video, vamos a demostrar a partir de las Escrituras que la Organización de los Testigos de Jehová se equivoca al enseñar que los hombres y mujeres de fe precristianos no tienen la misma esperanza de salvación que los cristianos ungidos por espíritu. En la preparación de este video, me quedé atónito al descubrir los extremos a los que el Cuerpo Gobernante ha llegado para cambiar lo que la Biblia realmente dice, desde la edición original de 1950 de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés. Había tanta información, que me pareció mejor dividir el tema en dos vídeos.

En este primer video, compartiré la extensa evidencia bíblica que apoya el entendimiento de que los fieles de la antigüedad, quienes estuvieron en el antiguo pacto, comparten la misma esperanza de ser adoptados como hijos de Dios al igual que nosotros que estamos en el nuevo pacto.

La prueba que proporcionaremos en este video parecerá contradecir abrumadoramente la enseñanza de la Organización de que los fieles precristianos solo obtendrán una resurrección terrenal como pecadores imperfectos que necesitan otros 1,000 años para volverse justos, sin pecado, y obtener la vida eterna aún después de mantener una integridad hacia Dios como pocos de nosotros hemos enfrentado.

La Organización ignora toda esta evidencia, a veces explicándola de maneras absurdas–las cuales le mostraré–y centra toda su atención en Mateo 11:11 donde Jesús nos dice que Juan el Bautista es menos que el más pequeño en el Reino de Dios. En el próximo video, mostraremos cómo el verdadero significado de este versículo ha sido ignorado y cómo al escoger este versículo e ignorar el contexto, el Cuerpo Gobernante ha buscado apoyar su doctrina, la cual es crucial-como verá en el video 2 de esta serie-para apoyar su enseñanza respecto a una resurrección terrenal de las otras ovejas. Pero lo que usted encontrará aún más impactante es la evidencia de que los traductores de la Traducción del Nuevo Mundo en realidad tradujeron mal a propósito algunos versículos clave para apoyar su doctrina, incluso apareciendo en su Interlineal del Reino.

Pero antes de entrar en una discusión bíblica, hablemos del costo humano que se deriva de «ir más allá de lo que está escrito», o peor aún, de cambiar lo que está escrito en la Biblia (1 Corintios 4:6). Permítanme comenzar relatando una charla reveladora e improvisada que tuvo lugar recientemente en un Salón del Reino después de un Estudio de La Atalaya sobre la resurrección.

Un hermano que ha despertado a la verdad sobre las enseñanzas de la Organización habló con una pareja de la tercera edad en su congregación. Ellos habían dedicado su vida a la Organización, sirviendo como precursores especiales y, finalmente, en el trabajo de circuito. Nuestro hermano despierto les hizo una pregunta basada en un párrafo de ese estudio de La Atalaya.

Nuestro hermano planteó esta pregunta a la pareja:

Tenga en cuenta que esta charla va pasando en el Salón del Reino después del Estudio de la Atalaya con muchos otros presentes.

La esposa dijo: «He dedicado toda mi vida, a no tener hijos, porque el Armagedón está a la vuelta de la esquina, ¿y ahora usted me dice que la gente inicua va a ser resucitada sin ningún sacrificio propio, y van a tener su nombre escrito en lápiz igual que yo y mi esposo?»

Nuestro hermano despierto leyó entonces este párrafo del artículo de estudio de La Atalaya:

¿Qué hay de los que hicieron cosas malas antes de morir? Aunque al morir sus pecados fueron borrados, ellos no tenían un registro de lealtad. Sus nombres no están escritos en el libro de la vida. Por lo tanto, la resurrección de “los que hicieron cosas malas” es la misma que la resurrección de los “injustos” mencionada en Hechos 24:15. Ellos tendrán “una resurrección de juicio”. Los injustos serán juzgados en el sentido de que serán evaluados (Luc. 22:30). Tomará tiempo decidir quiénes merecen  que su nombre se escriba en el libro de la vida. Para que esto ocurra, los injustos tendrán que dejar su mala conducta anterior y dedicarle su vida a Jehová. (La Atalaya 09/2022 “¿Está su nombre en el “libro de la vida”?” pág. 18 pár. 16).

 «¡Eso es mentira!», gritó la hermana lo suficientemente alto como para que la oyera una cuarta parte de la congregación. Al parecer, era la primera vez que se daba cuenta de que, tras toda una vida de fiel servicio a la Organización, lo único que había conseguido con su abnegación era la misma oportunidad de salvación que tienen los injustos y los impíos, ya que tanto los justos como los injustos, según la definición del Cuerpo Gobernante, tienen sus nombres en el libro de la vida escritos con un lápiz «que se puede borrar muy fácilmente, por decirlo así”

Esta experiencia muestra el costo humano de las enormes y trascendentales ramificaciones de una doctrina nacida en la década de 1930 de la mente hipermaníaca de Joseph Franklin Rutherford.

En el número del 1 de septiembre de 1930 de La Atalaya, en la página 263, Rutherford -refiriéndose a sí mismo en tercera persona como «el siervo»- afirmaba estar «en comunicación directa con Jehová y [actuando] como instrumento de Jehová». En ese mismo número de la revista, Rutherford también afirmaba que el espíritu santo ya no se utilizaba para revelar la verdad, sino que ángeles y cristianos ungidos que él creía que habían resucitado en 1918, le transmitían mensajes de Dios.  Fue bajo esa   convicción que a Rutherford se le ocurrió la idea de que sólo 144.000 conformarían la primera resurrección. Desde entonces, la Organización ha estado tratando de encontrar maneras de apoyar esa doctrina. Fue esa creencia la que hizo necesaria la creación de una esperanza de salvación secundaria -la esperanza de las otras ovejas- porque había demasiados testigos de Jehová a los que dar cuenta si sólo 144.000 iban a salvarse.

Durante años, afirmaron que la suma de los 144.000 se había completado por 1935, aunque ya no lo afirman. Según el libro Proclamadores, en la página 243, en 1935 había más de 39,000 participantes de las emblemas. Si había tantos después de sólo 70 años de predicación, ¿cuántos podrían haber habido desde el tiempo de Cristo? ¿Ves el problema? Aferrarse a la línea de que sólo 144.000 son ungidos es difícil de defender en el transcurso de 2.000 años teniendo en cuenta cuántos cristianos fieles se muestra que han vivido sólo en el primer siglo.

Pero ¿qué pasa si también tienen que incluir los anteriores 4.000 años de historia antes de Cristo? ¡Entonces esa doctrina se vuelve imposible de mantener! Así que una de las ramificaciones de la enseñanza de Rutherford ha sido la necesidad de maquinar la doctrina de que hombres como Abraham, Isaac y Jacob, así como todos los profetas, para que no heredan el Reino de Dios. Por supuesto, una persona razonable podría preguntar ¿por qué no admiten simplemente que estaban equivocados acerca de que 144.000 era un número literal? Eso sería algo natural si estuviéramos hablando de hombres guiados por el espíritu santo de Dios. El espíritu santo de Dios moverá a sus siervos a corregir entendimientos erróneos y los guiará a la verdad. Que los miembros del actual Cuerpo Gobernante continúen defendiendo las falsas enseñanzas de Rutherford parece indicar que un espíritu de una fuente diferente está obrando aquí, ¿no es así?

Por supuesto, el número de 144.000 tomados de las filas del Israel espiritual como se describe en el Apocalipsis a Juan en el capítulo 7 versículos 4 a 8 es simbólico. , que he demostrado ser cierto a partir de las Escrituras en mi libro (Cerrando la puerta al Reino de Dios: La forma que Watchtower roba la salvación a los Testigos de Jehová) así como en este canal.

Asi que, ahora, nos mantendremos en el tema y miraremos la evidencia escritural que prueba que los fieles siervos precristianos de Dios tienen la misma esperanza que los cristianos ungidos, que es realmente la esperanza para todos los cristianos.

Comencemos con lo que Jesús reveló sobre el tema:

Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son. ¡Aléjense de mí, todos ustedes, que hacen lo que es injusto!’.  Ahí es donde llorarán y apretarán los dientes, cuando vean que Abrahán, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el Reino de Dios pero ustedes mismos han sido echados afuera.  Además, vendrá gente del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.  Escuchen esto: hay algunos que son últimos y serán primeros, y hay otros que son primeros y serán últimos. (Lucas 13:27-30 TNM).

¿Quiénes son las personas que vendrán del este, oeste, norte y sur? Estos serían cristianos ungidos que la historia ha demostrado que incluyen tanto gentiles como judíos. Estos cristianos se sentarán a la mesa en el Reino de Dios con Abraham, Isaac y Jacob, así como con todos los profetas de la antigüedad. ¿Qué más prueba necesitamos para demostrar que los fieles que murieron antes de Cristo comparten la misma esperanza de salvación? Todos ellos entran en el Reino de Dios.

Por «Reino de Dios» no estamos hablando de la esperanza de resurrección terrenal de la TJ. Esto es lo que la edición del 15 de marzo de 1990 de La Atalaya tiene que decir sobre el significado del Reino de Dios como se expresa en este pasaje de Lucas que acabamos de leer:

La palabra “muchos” se refiere a los que pedían que se les dejara entrar después que la puerta se había cerrado y asegurado con cerradura. Estos eran “obradores de lo injusto” y no calificaban para unirse a “Abrahán y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios”. Los “muchos” habían creído que serían primeros “en el reino de Dios”, pero en realidad serían últimos, lo cual evidentemente significaba que de ninguna manera estarían en él. (Lucas 13:18-30.)

El contexto muestra que Jesús hablaba sobre entrar en el Reino celestial de Dios. Los líderes judíos de aquel entonces habían disfrutado por mucho tiempo de una posición privilegiada por tener la Palabra de Dios a la mano. Creían que eran ricos en sentido espiritual y justos a la vista de Dios, en comparación con la gente común, a la cual tenían en poca estima. (Juan 9:24-34.) Sin embargo, Jesús dijo que los recaudadores de impuestos y las rameras que aceptaban su mensaje y se arrepentían podían recibir la aprobación de Dios. (Compárese con Mateo 21:23-32; Lucas 16:14-31.)

Los de la gente común que se hicieron discípulos de Jesús estaban encaminados a aceptación como hijos espirituales cuando empezó la llamada celestial en el Pentecostés de 33 E.C. (Hebreos 10:19, 20.) Aunque grandes multitudes oyeron a Jesús, los que lo aceptaron y más tarde alcanzaron la esperanza celestial fueron pocos. (La Atalaya 15/03/1990 Preguntas de los lectores pág. 31).

Puede que ahora mismo te estés rascando la cabeza, preguntándote como es posible que el Cuerpo Gobernante diga, por un lado, que hombres como Abraham, Isaac y Jacob, junto con todos los profetas no tienen la esperanza celestial, mientras que, por otro lado, admite que Lucas 13:28 se refiere a la esperanza celestial cuando habla del Reino de Dios. Si el Reino de Dios es la esperanza celestial y «Abraham, Isaac y Jacob y todos los profetas [están] en el Reino de Dios», entonces «Abraham, Isaac y Jacob y todos los profetas» tienen la esperanza celestial. ¿Cómo pueden eludir esa conclusión obvia?

Aquí es donde el estudio bíblico eisegético se burla de sí mismo y de todos aquellos que ingenuamente han confiado en los hombres que les enseñan «La Verdad.»

La anterior «Preguntas de los Lectores» continúan con:

Pero al rebaño pequeño de humanos engendrados por espíritu que recibiría aquella recompensa se le podía comparar con Jacob reclinado a la mesa en el cielo con Jehová (el Abrahán Mayor) y su Hijo (representado por Isaac). (La Atalaya 15/03/1990 Preguntas de los lectores pág. 31).

Chicos, olvidaron algo.  No han considerado a todos los profetas.  Y te quedaste sin antitipos.  Ya sé, puedes hacer que Jacob represente al Cuerpo Gobernante, y entonces ya tengan espacio para hacer que todos los profetas representen al resto de los ungidos. Ahí lo tienes.  Todo arreglado.

Lo lejos que llegan para proteger sus enseñanzas. Quiero decir, he oído y visto muchos ejemplos de torcer las escrituras, pero aquí lo están torciendo hasta el punto de ruptura. Me pregunté por qué no me di cuenta de este estúpido razonamiento cuando era Testigo en 1990. Entonces recordé que había dejado de leer La Atalaya, excepto los artículos de estudio, porque eran muy aburridos y repetitivos. Nunca había nada nuevo que aprender.

¿Cree que los judíos que escucharon las palabras de Jesús no las habrían tomado al pie de la letra? Por supuesto que sí. Aquellos judíos tenían una esperanza de salvación que implicaba estar en el Reino de Dios. Creían en las Escrituras que prometían que los antepasados de la nación de Israel entrarían en el Reino de Dios, al igual que los profetas fieles. Ese Reino les fue prometido por guardar el pacto que Dios hizo con ellos a través de Moisés:

Entonces Moisés subió a presentarse ante el Dios verdadero. Jehová lo llamó desde la montaña y le dijo: “Esto es lo que debes decirle a la casa de Jacob y lo que debes explicarles a los israelitas:  ‘Ustedes han visto con sus propios ojos lo que les hice a los egipcios. Lo hice para llevarlos sobre alas de águilas y traerlos hasta mí. Y ahora, si obedecen estrictamente mi voz y cumplen mi pacto, se convertirán en mi propiedad especial entre todos los demás pueblos, pues toda la tierra me pertenece.  Ustedes llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa’. Todo eso es lo que debes decirles a los israelitas”. (Éxodo 19:3-6 TNM).

Si hubieran cumplido el pacto, se habrían convertido en una nación santa y en un reino de sacerdotes. ¿No es eso lo que se nos promete en el nuevo pacto que Cristo instituyó? Así que el primer pacto prometía a los que lo guardaran la entrada en el Reino de Dios para gobernar como reyes y sacerdotes. Pudieron haber guardado ese pacto. No estaba fuera de su alcance.

”Porque este mandamiento que te estoy mandando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en los cielos, para que se diga: ‘¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra.” (Deuteronomio 30:11-14)

Tal vez te preguntes: «Yo creía que nadie podía cumplir perfectamente la ley de Moisés». No es cierto.  Es cierto que nadie podía guardar la ley sin pecar, sin quebrantar al menos uno de los diez mandamientos, pero recuerde que la ley incluía una disposición para el perdón de los pecados. Si tú, como israelita, pecabas, podías tener tu pecado limpio si seguías las otras estipulaciones de la ley que involucraban sacrificios para la expiación de los pecados.

La nación de Israel no hizo esto y por eso rompió el pacto, pero hubo muchos individuos, como Samuel y Daniel, que sí guardaron el pacto y por eso ganaron el premio. ¿O estamos diciendo que Dios no cumpliría su palabra con individuos a causa de los pecados de otros? Eso nunca podría suceder. Jehová Dios es justo y cumple su palabra.

La evidencia de su propósito de cumplir su palabra con los siervos fieles se ve en el relato de la transfiguración:

“En verdad les digo que hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino”.

Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó a una montaña encumbrada donde estuvieron solos. Y fue transfigurado delante de ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus prendas de vestir exteriores se hicieron esplendorosas como la luz. Y, ¡mire!, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él.” (Mateo 16:28-17:3)

Jesús dijo que lo verían venir en el Reino de Dios, y luego, antes de que terminara la semana, vieron la transfiguración, a Jesús en su Reino dialogando con Moisés y Elías. ¿Puede haber ahora alguna duda en tu mente de que Pedro, Santiago y Juan entendieron la verdad de que esos hombres fieles de la antigüedad estarían en el Reino de Dios?

De nuevo, toda esta evidencia estaba allí para contemplarla, pero todos nos la perdimos. Esto demuestra el poder del adoctrinamiento, que apaga nuestros procesos naturales de pensamiento crítico.  Debemos cuidarnos de no volver a caer presa de él.

Si tienes alguna duda de que el primer pacto fue para la misma recompensa que el nuevo pacto, considera lo que Pablo dice a los Romanos:

«Porque he estado rogando que yo mismo sea destruido del Mesías, por amor de mis hermanos y parientes míos que están en la carne, que son los hijos de Israel, cuya fue la adopción de hijos, la gloria, el Pacto, la Ley Escrita, el ministerio que está en ella, las Promesas, …» (Romanos 9:4 Biblia Aramea en Lenguaje Sencillo)

La adopción como hijos de Dios fue prometida a los hijos de Israel, tanto colectiva como individualmente. El Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios estaba implícito en ese primer pacto.

Los elementos clave que indican que la venida del Cristo estaba implícita en el primer pacto se hacen evidentes al comparar Deuteronomio 30:12-14 con Romanos 10:5-7. Observe cómo Pablo da sentido a las palabras que pronunció Moisés:

“No está en los cielos, para que se diga: ‘¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra.” (Deuteronomio 30:12-14)

Ahora Pablo demuestra el cumplimiento de esas palabras:

“Porque Moisés escribe que el hombre que ha cumplido la justicia de la Ley vivirá por ella. Pero la justicia que resulta de la fe habla de esta manera: “No digas en tu corazón: ‘¿Quién ascenderá al cielo?’, esto es, para hacer bajar a Cristo; o: ‘¿Quién descenderá al abismo?’, esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos”. (Romanos 10:5-7)

Mar y abismo se utilizan a veces indistintamente en las Escrituras, ya que ambos representan una tumba profunda.

Así pues, aquí Moisés les dice a los israelitas que no se preocupen por el «cómo» de su salvación, sino sólo por poner fe y cumplir el pacto. Dios iba a proveer los medios para su salvación y ese medio resultó ser Jesucristo.

“Porque, puesto que la Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir, pero no la sustancia misma de las cosas, nunca pueden [los hombres] con los mismos sacrificios que ofrecen continuamente de año en año perfeccionar a los que se acercan.” (Hebreos 10:1)

Una sombra no tiene sustancia, pero indica la llegada de algo con sustancia real, Jesucristo nuestro salvador. Él es el medio por el cual la recompensa por guardar el primer pacto pudo aplicarse a aquellos hombres y mujeres fieles de los tiempos precristianos.

De ninguna manera hemos agotado nuestra evidencia de que los fieles precristianos tuvieran la recompensa de entrar en el Reino de Dios. El escritor de Hebreos en el capítulo 11 se refiere a la fe de innumerables siervos de Dios precristianos y luego concluye con esto:

El algo «mejor para nosotros» no puede estar refiriéndose a una mejor resurrección o a una mejor esperanza de salvación, porque ambos grupos, fieles precristianos y cristianos ungidos, son perfeccionados juntos: «…para que no fueran perfeccionados aparte de nosotros».

Pedro nos ayuda a ver a qué se refiere ese «algo mejor»:

Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a ustedes, diligentemente inquirieron y averiguaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a ustedes, en estas cosas que ahora les han sido anunciadas mediante los que les predicaron el evangelio (les anunciaron las buenas nuevas) por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar. (1 Pedro 1:10-12 NBL)

Los cristianos tienen el cumplimiento de las promesas. Estas cosas estaban ocultas a los profetas, aunque ellos las escudriñaban fervientemente para obtener la revelación, pero no les correspondía conocerlas. El Secreto Sagrado de esta salvación fue escondido hasta de los ángeles en aquel tiempo.

Ahora es cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes. ¿Notaste la redacción del pasaje de Pedro? Aquí está de nuevo: los profetas estaban » procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos…»

Jesús aún no había nacido, así que ¿cómo puede ser que el espíritu de Cristo estuviera en ellos? Esto se relaciona con una serie de objeciones similares presentadas por los Testigos que afirman que los profetas y los hombres y mujeres de la antigüedad no se encuentran entre los ungidos. Ellos afirman que para estar entre los ungidos, una persona tiene que nacer de nuevo, lo que significa que tiene que ser ungido con espíritu santo, y afirman que sólo se produjo después de que Jesús fue resucitado. También afirman que para ser salvo, uno tiene que ser bautizado en el nombre de Cristo. Afirman que los profetas no nacieron de nuevo, no se bautizaron, ni participaron de los emblemas, el pan y el vino, todo porque murieron antes de que estas facetas del cristianismo llegaran a existir. Así, los Testigos son condicionados a creer que tales perderían la recompensa ofrecida a los cristianos.

Aquí es donde tenemos que tener mucho cuidado de no dejar que nuestra sabiduría humana coloree nuestro pensamiento. ¿Quiénes somos nosotros para imponer reglas sobre lo que Dios puede y no puede hacer? Este fue el fallo de los saduceos, que pensaron tontamente que podían elaborar una pregunta que Jesús no pudiera responder y así confundirle.

Plantearon una situación en la que una mujer estaba casada con siete hombres, todos los cuales murieron, y luego murió ella. «¿A quién pertenecería en la resurrección?», preguntaron. Jesús les respondió y al hacerlo nos dio dos claves para resolver este dilema planteado por los Testigos de Jehová.

“En respuesta, Jesús les dijo: “Ustedes están equivocados, porque no conocen ni las Escrituras ni el poder de Dios; porque, en la resurrección, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres, sino que son como los ángeles en el cielo. Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos”. Al oír [aquello], las muchedumbres quedaron atónitas de su enseñanza.” (Mateo 22:29-33 TNM)

Las objeciones que plantean los Testigos de Jehová para descartar la idea de que los profetas también obtienen el Reino de Dios indican que, al igual que aquellos saduceos, no conocen las Escrituras ni el poder de Dios.

Así pues, la primera clave para entender porque esto es posible es reconocer que no estamos lidiando con limitaciones del ser humano, sino con el poder de Dios. Cuando leemos algo en las Escrituras, no debemos cuestionarlo simplemente porque no podemos entender cómo funciona. Debemos aceptarlo como un hecho y esperar que, con el tiempo, el Espíritu responda a todas nuestras preguntas.

La segunda clave para entender como los profetas pueden nacer de nuevo, ser ungidos y tener el espiritu de Cristo, está en lo que Jesus dice acerca de la resurrección de los muertos. Para repetirlo, dijo:

“Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos” (Mateo 22:31, 32)

Jesús habla en tiempo presente, lo que significa que Abraham, Isaac y Jacob están vivos a los ojos de Dios.

Si están vivos para Dios, entonces Él puede ungirlos con espíritu santo. Si están vivos para él, puede adoptarlos como hijos y así pueden nacer de nuevo, o «nacer de lo alto» que es lo que realmente significa la palabra griega.

Jehová Dios es eterno. El no vive dentro de la corriente del tiempo.  No vive de momento a momento como nosotros. Las limitaciones del tiempo no son nada para el. Para él, esos hombres están vivos y pueden nacer de nuevo y ser adoptados como sus hijos, con los beneficios de la herencia que tal adopción conlleva.

Los beneficios del rescate de Jesús, aunque pagados mucho tiempo después de que hombres como Abraham, Isaac y Jacob murieran, todavía pueden ser aplicados porque Dios no está limitado por el tiempo como nosotros. Ese es el poder de Dios. Así que, cuando las Escrituras nos dicen que los israelitas precristianos tenían la esperanza de «la adopción de hijos» (Romanos 9:4) lo aceptamos como un hecho. Cuando las Escrituras nos dicen que ellos tenían «el espiritu de Cristo» (1 Pedro 1:11) lo aceptamos aunque nuestras mentes, limitadas por las restricciones del tiempo, no pueden entender como eso puede funcionar.

Bueno, ya han visto la prueba de que los hombres y mujeres fieles de los tiempos precristianos van a entrar en el Reino de Dios junto con los cristianos fieles. Está bastante claro, ¿no? Sin embargo, aceptar esa verdad socava la falsa creencia de que sólo 144.000 entran en el Reino de Dios, y eso socava toda la premisa de la enseñanza de las Otras Ovejas que crea una esperanza de resurrección secundaria, menor.

¿Cómo evita esto la Organización? Escoger versículos no es suficiente. No basta eso. Han tenido que recurrir a medidas más drásticas. Comencemos con 1 Pedro 1:11 que acabamos de leer. Todas las Biblias en español que he leído e investigado interpretan ese versículo como «espíritu de Cristo» o «espíritu del Mesías».  El interlineal traduce el griego como «espíritu de Cristo». Entonces, ¿cómo hace la Traducción del Nuevo Mundo para diferenciarse del resto y eludir este versículo tan inconveniente que socava la doctrina de los TJ? Lo hacen cambiando lo que está escrito.

 «Siguieron investigando qué estación en particular o qué clase de tiempo el espíritu en ellos estaba indicando con respecto a Cristo…» (1 Pedro 1:11a TNM 1950 en Inglés (no disponible en español)).

Eso cambia completamente el sentido del versículo, ¿no? Y no está apoyado por el griego original. Notarán que estoy tomando esta referencia de la versión original de 1950 de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés, porque quiero mostrarles dónde se originó este engaño. Esta reescritura de la Biblia no se detiene con este versículo en 1 Pedro. Se pone mucho peor como veremos en nuestro próximo video cuando examinemos el único versículo de la Organización para negar a los siervos fieles precristianos la entrada al Reino de Dios.

Pero un último pensamiento antes de terminar. Jehová hizo un pacto con los Israelitas en el cual les prometió que si ellos guardaban Su pacto, Él los recompensaría haciendo de ellos «un Reino de sacerdotes y una nación santa» como se muestra en Éxodo 19:6. Al negar a todos los siervos precristianos la entrada al Reino de Dios como reyes y sacerdotes, el Cuerpo Gobernante esta efectivamente blasfemando a Dios. Están afirmando que Jehová no es un Dios de palabra, que no cumple sus promesas y que, al hacer el pacto, negoció de mala fe.

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