https://youtu.be/pBBf617ca20

Recibo regularmente correos electrónicos de compañeros cristianos que están esforzandose por salir de la Organización de los Testigos de Jehová y encontrar su camino de vuelta a Cristo y a través de él a nuestro Padre Celestial, Yahvé. Hago todo lo posible por responder a todos los correos electrónicos que recibo porque todos estamos juntos en esto, hermanos y hermanas, la familia de Dios «esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo». (1 Corintios 1:7)

El nuestro no es un camino fácil de recorrer. Inicialmente, requiere que tomemos un curso de acción que nos lleve al ostracismo, esto es, un aislamiento casi total de los miembros amados de la familia y de los antiguos amigos que todavía están inmersos en el asfixiante adoctrinamiento de la Organización de los Testigos de Jehová. Ninguna persona en su sano juicio quiere ser tratada como un auténtico paria. No elegimos vivir como parias solitarios, pero sí elegimos a Jesucristo, y si eso significa ser rechazado, que así sea.  Nos sostiene la promesa que nos hizo nuestro Señor:

“—Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna”. (Marcos 10:29,30: Nueva Versión Internacional).

Sin embargo, esa promesa no se cumple en un instante, sino a lo largo de un período de tiempo. Tenemos que ser pacientes y soportar algunas dificultades. Es entonces cuando tenemos que luchar con un adversario siempre presente: la duda.

Voy a compartir con ustedes un fragmento de un correo electrónico que da voz a las dudas y preocupaciones que creo que muchos de nosotros también hemos experimentado. Es de un compañero cristiano que ha viajado mucho, ha visto una buena parte del mundo y ha observado de primera mano la pobreza y la miseria que padecen millones de personas. Al igual que tú y yo, anhela que todo termine, que el Reino venga y restaure a la humanidad en la familia de Dios. Escribe:

«He orado durante 50 años. He perdido a toda mi familia y amigos y he renunciado a todo por Jesús ya que no tenía que escribir una carta de desasociación, pero lo hice ya que mi conciencia no podía soportar esa religión (Testigos de Jehová) en la que estaba. Todos me decían que no defendiera a Jesús y que me callara. Que me desapareciera. He orado y orado. No he «sentido» el Espíritu Santo. A menudo me pregunto si hay algo malo en mí. ¿Otras personas tienen una sensación física o perceptible? Como yo no lo he hecho. Intento ser un buen ser humano con todos. Trato de ser alguien con quien da gusto estar. Trato de mostrar el fruto del espíritu. Pero tengo que ser honesto. No he sentido ninguna fuerza externa notable en mí.

¿La has sentido?

Sé que es una pregunta personal y si no quieres responder lo entiendo perfectamente, y me disculpo si parezco grosero. Pero me ha pesado mucho. Me preocupa que si no estoy sintiendo el Espíritu Santo y otros sí, debo estar haciendo algo mal, y me gustaría solucionarlo».

He añadido la negrita para enfatizar. Tal vez la pregunta de este hermano es el resultado comprensible de la creencia equivocada de que para ser ungido, tu debes recibir alguna señal personal única de Dios destinada sólo para ti. Los Testigos de Jehová han escogido un solo versículo de Romanos para apoyar esta creencia:

“El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. (Romanos 8:16: TNM).

Según la Atalaya de Enero 2016 en la página 19, los Testigos de Jehová ungidos han recibido una «señal especial» o una «invitación especial» a través del espíritu santo. La Biblia no habla de una señal especial o una invitación especial como si hubiera muchas señales y muchas invitaciones, pero algunas son «especiales».

Las publicaciones de la Watch Tower han creado esta idea de una señal especial, porque el Cuerpo Gobernante quiere que el rebaño de los Testigos de Jehová acepte la idea de que hay dos esperanzas de salvación distintas para los cristianos, pero la Biblia sólo habla de una:

“Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como hay una sola esperanza a la que han sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y actúa por medio de todos y en todos ”. (Efesios 4:4-6: TNM).

¡Uy! Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, y una sola esperanza a la que han sido llamados.

Está muy claro, ¿no? Pero los hombres del Cuerpo Gobernante nos enseñaron a pasar por alto esa verdad obvia y a aceptar, en cambio, la interpretación de ellos de que Romanos 8:16, «el espíritu mismo da testimonio», se refiere a alguna conciencia especial que se implanta en los Testigos de Jehová «especialmente seleccionados» diciéndoles que ya no tienen una esperanza terrenal, sino que irán al cielo. Sin embargo, al reflexionar sobre ese versículo no hay nada en el contexto que apoye tal interpretación. De hecho, la mera lectura de los versículos vecinos no deja al lector ninguna duda de que sólo hay dos opciones para un cristiano: se vive por la carne o se vive por el espíritu. Pablo lo explica:

“Si ustedes viven guiados por la carne, de seguro morirán. En cambio, si con el espíritu dan muerte a las malas prácticas del cuerpo, vivirán”. (Romanos 8:13: TNM).

Ahí lo tienes. Si vives según la carne morirás, si vives según el espíritu, vivirás. No puedes vivir según el espíritu y no tener el espíritu, ¿verdad? Ese es el punto. Los cristianos son guiados por el espíritu de Dios. Si no eres guiado por el espíritu, entonces no eres cristiano. El nombre, cristiano, es del griego «christos» que significa «Ungido».

¿Y cuál es la consecuencia para cada uno de nosotros si en verdad está siendo guiado por el espíritu santo y no por la carne pecaminosa?

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!». El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria”. (Romanos 8:14-17: Nueva Versión Internacional).

No recibimos de Dios un espíritu de esclavitud, para que vivamos con miedo, sino un espíritu de adopción, el espíritu santo por el que somos adoptados como hijos de Dios. Por eso tenemos un motivo justo para alegrarnos gritando «¡Abba! Padre!»

No hay señales especiales ni invitaciones especiales, como si hubiera dos: una señal ordinaria y otra especial; una invitación ordinaria y otra especial. Esto es lo que Dios dice realmente, no lo que dicen las publicaciones de la Organización de los Testigos de Jehová:

“Mientras vivimos en este cuerpo terrenal, gemimos y suspiramos, pero no es que queramos morir y deshacernos de este cuerpo que nos viste. Más bien, queremos ponernos nuestro cuerpo nuevo para que este cuerpo que muere sea consumido por la vida. Dios mismo nos ha preparado para esto, y como garantía nos ha dado su Espíritu Santo”. (2 Corintios 5:4, 5: Nueva Traducción Viviente).

“Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza”. (Efesios 1:13, 14: Nueva Traducción Viviente).

“Tanto a mí como a ustedes, Dios nos mantiene firmemente unidos a Cristo. Él nos eligió y, para mostrar que somos suyos, nos puso una marca: la marca de su Espíritu Santo”. (2 Corintios 1:21, 22: Traducción en Lenguaje Actual).

Es importante que entendamos porque recibimos el espíritu y como ese espíritu nos lleva a la justicia como verdaderos cristianos. El espíritu no es algo que poseemos o mandamos pero cuando somos guiados por él, nos unifica con nuestro Padre Celestial, Cristo Jesús y los otros hijos de Dios. El espíritu nos da vida como señalan estos pasajes de las escrituras, es la garantía de nuestra herencia de vida eterna.

De acuerdo con el capítulo 8 de Romanos, si eres ungido con el espiritu, entonces obtienes la vida. Así que, tristemente, cuando los Testigos de Jehová afirman no estar ungidos con el espíritu santo, están en esencia negando que son cristianos, y al no reconocer ser cristianos, no se consideran hijos de Dios. Si no eres ungido con el espíritu, estás muerto a los ojos de Dios, eso significa que eres inicuo (¿sabías que la palabra inicuo y malvado se usan indistintamente en el idioma griego antiguo?).

“Los que viven sin controlar sus malos deseos, sólo piensan en hacer lo malo. Pero los que viven obedeciendo al Espíritu Santo sólo piensan en hacer lo que desea el Espíritu. Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz”. (Romanos 8:5, 6: Traducción en Lenguaje Actual).

Esto es un asunto serio. Puedes ver la polaridad: se es «blanco o negro», no hay tonos “grises” en medio. La única manera de conseguir la vida es recibir el espíritu santo, de lo contrario, se muere en la carne. Lo que nos lleva a la pregunta que me hicieron por correo electrónico. ¿Cómo sabemos que hemos recibido el espíritu santo?

Recientemente, un amigo mío -un antiguo testigo de Jehová- me dijo que había recibido el espíritu santo, que había sentido su presencia.  Para él fue una experiencia que cambió su vida. Fue única e innegable y me dijo que hasta que yo no experimentara algo similar, no podría decir que había sido tocado por el espíritu santo.

No es la primera vez que oigo a la gente hablar de esto. De hecho, a menudo cuando alguien te pregunta si has nacido de nuevo, se refieren a alguna experiencia trascendental de este tipo que para ellos es lo que significa nacer de nuevo.

Aquí está el problema que tengo con esa conversación: no se puede apoyar en las Sagradas Escrituras. No hay nada en la Biblia que diga a los cristianos que esperen una experiencia espiritual tan singular para saber que han nacido de Dios. Lo que tenemos en cambio es esta advertencia:

“Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, siguiendo a espíritus engañadores y enseñanzas que vienen de los demonios. Harán caso a gente hipócrita y mentirosa, cuya conciencia está marcada con el hierro de sus malas acciones”. (1 Timoteo 4:1, 2: Dios Habla Hoy).

En otra parte se nos dice que pongamos tales experiencias a prueba, específicamente, se nos dice que «probemos los espíritus para ver si provienen de Dios», lo que significa que hay espíritus enviados para influir en nosotros que no son de Dios.

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo”. (1 Juan 4:1: La Biblia de Las Américas).

¿Cómo podemos probar un espíritu que dice venir de Dios? Jesús mismo nos da la respuesta a esa pregunta:

“Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que ha oído y les contará lo que sucederá en el futuro. Me glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí. Todo lo que pertenece al Padre es mío; por eso dije: “El Espíritu les dirá todo lo que reciba de mí”. (Juan 16: 13-15: Nueva Traducción Viviente).

Hay dos elementos en estas palabras en los que debemos centrarnos:

1) el espíritu nos guiará a la verdad, y

2) el espíritu glorificará a Jesús.

Teniendo esto en cuenta, mi antiguo amigo testigo de Jehová comenzó a asociarse con un grupo que cree y promueve la falsa enseñanza de la trinidad. La gente puede decir cualquier cosa, enseñar cualquier cosa, creer cualquier cosa, pero es lo que hacen lo que revela la verdad de lo que dicen. El espíritu de la verdad, el espíritu santo de nuestro Padre amoroso, no llevaría a una persona a creer una mentira.

En cuanto al segundo elemento que acabamos de discutir, el espíritu santo glorifica a Jesús al impartirnos las cosas que Jesús le da para impartir. Esto es más que conocimiento. De hecho, el espíritu santo imparte frutos tangibles que otros pueden ver en nosotros, frutos que nos distinguen, nos hacen portadores de luz, hacen que nos convirtamos en reflejos de la gloria de Jesús al ser modelados a su imagen.

“Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor entre muchos hermanos”. (Romanos 8:29: Nueva Traducción Viviente).

Para ello, el espíritu santo produce frutos en el cristiano. Estos son los frutos que marcan a una persona para el observador externo como que ha recibido el espíritu santo.

“En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!”. (Gálatas 5:22, 23: Nueva Traducción Viviente).

El primer y más importante fruto del espíritu es el amor. De hecho, los otros ocho frutos son todos derivados del amor. Sobre el amor, el apóstol Pablo dice a los corintios: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso”. (1 Corintios 13:4: Nueva Traducción Viviente).

¿Por qué los corintios recibían este mensaje? Probablemente porque había algunos que se vanagloriaban de sus dones o talentos. Estos eran los que Pablo llamaba los «superapóstoles». (2 Corintios 11:5) Para proteger a la congregación contra tales auto promotores, Pablo tuvo que hablar de sus propias credenciales, porque ¿quién de todos los apóstoles había sufrido más? ¿Quién había recibido más visiones y revelaciones? Sin embargo, Pablo nunca habló de ellas. La información tuvo que ser sacada de él por circunstancias como las que ahora amenazaban la salud de la congregación de Corinto e incluso entonces protestó por tener que presumir de esa manera, diciendo:

“Otra vez lo digo, no piensen que soy un necio por hablar así; pero aun si lo piensan, escúchenme, tal como lo harían con una persona necia, mientras que yo también me jacto un poco. Dicha jactancia no proviene del Señor, pero actúo como un necio. Ya que otros se jactan de sus logros humanos, yo también lo haré. Después de todo, ustedes se creen muy sabios, ¡pero con gusto soportan a los necios! Aguantan cuando alguien los esclaviza, les quita todo lo que tienen, se aprovecha de ustedes, toma control de todo y les da una bofetada. ¡Me da vergüenza decir que nosotros fuimos demasiado «débiles» para hacer lo mismo! Pero sea lo que sea de lo que ellos se atrevan a jactarse—otra vez hablo como un necio—yo también me atrevo a jactarme de lo mismo. ¿Son ellos hebreos? Yo también lo soy. ¿Son israelitas? También lo soy yo. ¿Son descendientes de Abraham? También yo. ¿Son siervos de Cristo? Sé que sueno como un loco, ¡pero yo lo he servido mucho más! He trabajado con más esfuerzo, me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones”. (2 Corintios 11:16-23: Nueva Traducción Viviente).

Pablo sigue, pero entendemos la idea. Así que, en lugar de buscar alguna sensación especial o sentimiento subjetivo o revelación colorida para convencer a otros de que hemos sido ungidos por el Espíritu Santo, ¿por qué no orar continuamente por ello y esforzarnos por manifestar sus frutos?  A medida que veamos esos frutos manifestarse en nuestra vida, tendremos la evidencia de que es el Espíritu Santo de Dios el que nos está transformando en la imagen de su hijo, porque no podemos lograrlo por nosotros mismos, por la pura fuerza de nuestra imperfecta voluntad humana. Claro, muchos intentan hacerlo, pero todo lo que logran es crear una fachada de piedad que la más mínima prueba revelará que no es más que una máscara de papel.

Aquellos que insisten en que nacer de nuevo o ser ungido por Dios implica recibir alguna revelación experiencial del espíritu santo, o alguna señal especial o invitación especial están tratando de incitar a otros a la envidia.

Pablo dijo a los Colosenses: “No dejen que los condene ninguno de aquellos que insisten en una religiosa abnegación o en el culto a los ángeles, al afirmar que han tenido visiones sobre estas cosas. Su mente pecaminosa los ha llenado de arrogancia”. (Colosenses 2:18: Nueva Traducción Viviente).

¿»Adoración de los ángeles»? Podrías objetar: «Pero nadie intenta que adoremos a los ángeles hoy en día, así que esas palabras no se aplican realmente, ¿verdad?». No tan rápido.  Recuerda que la palabra traducida aquí como «adoración» es proskuneó en griego, que significa ‘inclinarse ante, someterse completamente a la voluntad de otro’. Y la palabra «ángel» en griego significa literalmente mensajero, porque los ángeles eran espíritus que llevaban mensajes de Dios a los humanos. Así que si alguien dice ser un mensajero (griego: angelos) de Dios, es decir, alguien a través de quien Dios se comunica con su pueblo hoy en día, su -como puedo decirlo- oh, sí, «canal de comunicación de Dios», entonces están actuando en el papel de ángeles, mensajeros de Dios. Además, si esperan que obedezcas los mensajes que transmiten, entonces están exigiendo sumisión total, proskuneó, adoración. Estos hombres te condenarán si no les obedeces como mensajeros de Dios. Por lo tanto, hoy tenemos la «adoración de los ángeles».  A lo grande.  Pero no dejes que se salgan con la suya.  Como dice Pablo: «Sus mentes pecaminosas los han hecho ignorantes o soberbios». Ignóralos.

Si una persona afirma haber tenido alguna experiencia indescriptible, alguna revelación de que ha sido tocada por el espíritu santo, y que tu necesita lo mismo, necesitas buscar el espíritu para sentir su presencia, primero mira las obras de la persona.  ¿El espíritu que dicen haber recibido los ha llevado a la verdad? ¿Se han remodelado a la imagen de Jesús manifestando los frutos del espíritu en su conducta hacia las demás personas?

En lugar de buscar un acontecimiento especial o una revelación o manifestación, lo que encontramos al ser llenos del espíritu santo es una alegría de vivir renovada, un amor creciente por nuestros hermanos y nuestro prójimo, una paciencia con los demás, un nivel de fe que sigue creciendo con la seguridad de que nada puede hacernos daño. Esa es la experiencia que buscamos y que debemos buscar.

“Si amamos a nuestros hermanos creyentes, eso demuestra que hemos pasado de muerte a vida; pero el que no tiene amor sigue muerto”. (1 Juan 3:14: Nueva Traducción Viviente).

Claro, Dios podría darnos a cada uno de nosotros una manifestación muy especial que eliminara cualquier duda de que Él nos aprueba, pero entonces ¿dónde estaría la fe? ¿Dónde estaría la esperanza? Verás, una vez que tengamos la realidad, ya no necesitaremos la fe ni la esperanza.

Un día tendremos la realidad, pero sólo llegaremos allí si mantenemos nuestra fe y nos centramos en nuestra esperanza e ignoramos todas las distracciones que los falsos hermanos, los espíritus engañosos y los «ángeles» exigentes ponen en nuestro camino.

Espero que esta reflexión haya sido de provecho para ustedes. Gracias por seguir nuestro canal y ver nuestros vídeos y, sobre todo, muchas gracias por su apoyo.